Carlos Ramos Gascón: Psicólogo clínico. carlosramos.info

Mi relación con el ámbito hipnótico, que podría exponer de forma sucinta en otro artículo, arranca de principios de los años 60, ya al comienzo de la adolescencia, y en un contexto cuanto menos curioso.

Como explico en mi último libro, Un psicólogo va al paraíso, el estudio de la sexualidad humana -en cualquiera de sus manifestaciones- a través de la hipnosis, ha constituido uno de los principales aspectos de mi labor profesional.

Mis enfoques críticos hacia la hipnosis clásica, respecto de lo que denomino la dictadura de la relajación, de la profundidad y de la imaginería en tecnicolor… derivaron en diversas investigaciones. Estas desembocaron en el desarrollo de estrategias y técnicas hipnóticas como la hipnosis silenciosa, las sugestiones respiratorias, las sugestiones ideorretinales y, más recientemente, la Técnica de las Sugestiones Ideorretinales (TEID®), esta última aún en fase de desarrollo.

Para el presente artículo, Isidro Pérez Hidalgo -amigo, colega y presidente de nuestra Sociedad Hipnológica Científica- me pide que desarrolle el tema de la Hipnosis relacionada con la sexualidad en función de conductas adictivas.

Respecto del término «adicción» he de precisar que, si no tenemos cuidado, tiende a convertirse en un cajón de sastre que puede desvirtuar la naturaleza de este concepto por su empleo abusivo. Aquí me referiré como adicciones al sexo, en cualesquiera de sus variantes, a conductas obsesivo-compulsivas asociadas, con falta de autocontrol y que pueden conducir a situaciones de riesgo.

Una observación previa y general en cuanto al complejo campo de las relaciones entre Hipnosis y Sexualidad: De acuerdo con mi experiencia clínica, la facilidad o dificultad para desarrollar los diferentes fenómenos hipnóticos se suele relacionar estrechamente tanto con la relación que el paciente tiene con su propia sexualidad como con la naturaleza y alcance de sus relaciones sociales. Las personas que, por ejemplo, tienen dificultades para entrar en trance hipnótico, o son refractarias a él, es mucho más probable que presenten dificultades significativas en sus relaciones humanas y, asimismo, en sus relaciones sexuales. Según esta observación, la forma en que el paciente afronta el trance hipnótico puede ser, en sí misma, un excelente indicador de cómo se desenvuelve en sus relaciones emocionales y sexuales.

De acuerdo con lo anterior, la realidad es que debe haber una estrecha relación -más o menos explícita o soterrada- entre Hipnosis, Comunicación y Sexualidad. Como expuse en uno de mis libros no dedicados a la hipnosis, Grafología, Sexualidad y Pareja, «La sexualidad abarca a la totalidad del ser humano, y no a una parte específica (…) Sexualidad es comunicación.»

Expresado lo anterior de otra forma, podemos considerar la Comunicación como la piedra angular de nuestra realidad humana y, para el propósito del presente artículo, el puente que conecta la Hipnosis con la Sexualidad. En concreto, una persona que padece una adicción ligada al sexo, en cualquiera de sus variantes, tiende asimismo a presentar una dinámica similar de tipo obsesivo-compulsivo en otros aspectos de su vida.

Repasando la experiencia clínica en el campo de la sexualidad y sus adicciones de los últimos 40 años nos encontramos algunos cambios profundos. Por ejemplo, antes -hacia los años 70- eran relativamente frecuentes las consultas por sentimientos de culpa y/o vergüenza debidos a la masturbación compulsiva. Estos casos se presentaban con más frecuencia en hombres que en mujeres. Sin embargo, como ya señalé en otro de mis libros, El caleidoscopio de las relaciones humanas, estos casos eran interesantes a propósito del análisis del efecto paradójico del sentimiento de culpa: Tanto en el terreno sexual como en otros, fomenta aquello que, en teoría, pretende evitar, dando lugar a una dinámica obsesivo-compulsiva. Podríamos decir que en muchos casos el sentimiento de culpa es adictivo. Aun así, se trataba de casos cuyo tratamiento en terapia, con o sin hipnosis, era relativamente sencillo. De todas formas, como queda dicho, el sentimiento de culpa por prácticas masturbatorias de tipo obsesivo-compulsivo es actualmente raro.

En lo que se refiere a la Hipnosis en el tratamiento de los pacientes que presentan adicción sexual (sexoadicción), mi experiencia es que suelen ser refractarios a ella de una forma enteramente similar a la que presentan otros casos de conductas obsesivo-compulsivas referidas a diferentes temas, como el lavado de manos compulsivo o cualesquiera conductas repetitivas. La rigidez mental de estos sujetos tiende a entrar en conflicto con la necesaria receptividad para el trance hipnótico. Sinceramente, creo que el tratamiento de elección en la mayoría de estos casos con perfiles tan particulares es el que ofrecen algunos grupos, como Sexólicos o similares, cortados con el patrón de Alcohólicos Anónimos.

En el caso de la adicción sexual se presentan una serie de variantes, pero en general nos encontramos con pacientes que además de su característica rigidez suelen estar poseídos de una intensa vergüenza relacionada con su adicción, y una notable desconfianza que dificultaba o incluso imposibilitaba su inducción al trance hipnótico.

Sin embargo, tienden a utilizar, o intentarlo, algunas curiosas estrategias hipnóticas, aunque no sean plenamente conscientes de ello, para conseguir sus propósitos.

Tal era el caso de Santiago T. que padecía una intensa sexoadicción y que expuse en mi libro Un psicólogo va al paraíso. Acudió a la consulta en un estado de gran ansiedad, al comprobar que sus obsesiones y actividades sexuales compulsivas iban monopolizando cada vez más su vida y afectando gravemente su esfera laboral, así como sus relaciones familiares y sociales en general y su reposo nocturno. Me permito reproducir a continuación lo que escribí en mi libro sobre este caso:

Santiago T. (…) Era un hombre triste, inteligente y astuto, con buen nivel económico. Como en otros casos de este tipo, tenía un estilo obsesivo-compulsivo asociado al sexo. Me aseguró, sin asomo de engreimiento, que en un solo día había llegado a tener catorce encuentros sexuales con distintas mujeres. Siendo un hombre de aspecto y actitudes corrientes, ¿cómo lo conseguía? «Pues preguntándoles directamente si se quieren acostar conmigo, sin más vueltas». (…) Llevado de un impulso sexual que a duras penas podía refrenar y casi nunca saciar (lo que aumentaba su obsesión) había desarrollado, según me explicó, la siguiente técnica, siempre de día: Merodeaba por determinadas bocas de metro que él sabía próximas a pensiones en las que alquilaban habitaciones por horas. Su teoría, siguió explicándome, era que cuando la mujer está bajo superficie, en el metro, sus defensas psicológicas disminuyen sin que ella se dé cuenta, y esto incluso se acentúa, con un leve desconcierto, al subir por la escalera y entrar de nuevo en contacto con la luz diurna, hallándose entonces más receptiva. Era el momento que escogía Santiago T. para abordar a la mujer. Años después, yendo por la calle, asistí a un espectáculo curioso: a la salida de una boca de metro, un hombre abrazó con naturalidad a una joven, obviamente desconocida, que subía por la escalera. Esta, una vez se repuso de la sorpresa, se apartó sonriente, sin mostrar incomodidad. Me quedé preguntándome si aquel hombre no sería un aventajado discípulo de Santiago T.

El siguiente caso que expongo en mi último libro es el de Ramiro F. Era un hombre joven, muy bien parecido y trajeado, con su maletín de ejecutivo. Me confirmó que trabajaba en una conocida empresa. Desde el principio me pareció evidente que Ramiro F. para nada venía en demanda de terapia, sino por otro motivo. Ramiro F. miraba de frente, con una actitud positiva y hablaba sin rodeos. Me confesó que tenía una cierta particularidad sexual – a la que no podía renunciar, ni tenía por qué- que le producía una intensa satisfacción.

Haciendo un inciso, tengo que decir que cuando estamos ante casos de parafilias estamos siempre, en mi opinión, en una pauta claramente adictiva. En el momento de escribir el presente artículo, ignoro si se ha estudiado a fondo este punto del tema.

Volviendo al caso de Ramiro F. cedo nuevamente la palabra a lo que explico en mi último libro:

Pasados los primeros encuentros sexuales normales, Ramiro F. abordaba con su pareja de turno lo que realmente le interesaba y era foco de su obsesión: lo que más le excitaba era introducir en la vagina de la mujer con la que tenía sexo pequeños objetos, particularmente de escritorio (…) A este hombre no le interesaba renunciar a sus prácticas parafílicas, sino conocer mi opinión y, particularmente, si había … «alguna fórmula para continuar con mi costumbre, convencer a la chica, y que no se me vaya …»

Es decir, como sospeché desde el principio, a Ramiro F. no le interesaba realizar ninguna terapia que le posibilitara una conducta sexual más normal y satisfactoria. Me encontré con un sujeto encantado con su comportamiento parafílico, sino que lo que pretendía era saber si existía alguna estrategia hipnótica que pudiera utilizar con sus sucesivas parejas sexuales en función de su parafilia.

La observación anterior a propósito del caso de Ramiro F. es ilustrativa de hasta qué punto, si no se tiene cuidado, la hipnosis y sus estrategias pueden atraer a sujetos particularmente manipuladores. Incluso en algunos casos, quizá psicopáticos, pueden fingir interés en realizar una terapia, para luego intentar enredar al experto en hipnosis en el tratamiento de una tercera persona a la que quieren manipular.

En este punto, quisiera hacer autocrítica: El número de casos que me han venido hasta ahora por sexoadicción y parafilias es muy reducido, probablemente por su propia naturaleza, que les retrae de una consulta, sobre todo si no les guía ningún interés terapéutico propio.

Casos muy distintos son los numerosos que acuden a nuestras consultas con toda una variedad de disfunciones sexuales, desde el vaginismo primario al bajo deseo sexual, pasando por todo el abanico de trastornos que pueden presentarse en el área de la sexualidad.

Pero revisando ahora estos casos que se me han presentado de adicciones sexuales, en cualesquiera de sus variantes, encuentro que tienden a ser selectiva y fuertemente simbólicos, lo cual, hipnosis por medio, les puede resultar fascinante, y a partir de ahí … No es mi intención caer ahora en un optimismo terapéutico. Nada más lejos de mi intención. Pero es cierto que en la época que se me presentaron la técnica del TEID® la tenía mucho menos desarrollada, y me queda la duda de si a través de ella hubiera podido lograr algún resultado terapéutico en estos muy difíciles casos.

Quisiera terminar este artículo con algunas consideraciones sobre las personas con fuerte deseo sexual, o libido elevada, que a veces se han confundido -craso error- con personas que padecen sexoadicción.

Mi planteamiento fue que una práctica cerrada de la psicoterapia tiende a brindarnos una visión parcial, patologizada, de la realidad. Mi postura es que resulta igualmente iluminador para la psicoterapia, con o sin hipnosis, investigar determinadas áreas positivas, saludables, de nuestra dimensión psicológica y, por ende, sexual.

Dado que es infrecuente que a nuestras consultas acudan personas que, no teniendo ningún problema especial, que quieran consultarnos por lo mejor, sí son muy corrientes las demandas de consulta por bajo deseo sexual, o deseo sexual inhibido.

Nunca se aconsejará lo suficiente que se investigue en el campo de la terapia sexual.

En consecuencia, se me ocurrió poner en marcha una investigación entre las personas con libido elevada. ¿Qué enseñanzas me podrían brindar?

Tengo que decir que de los casos que se presentaron en mi consulta para nada como pacientes, sino como sujetos que se ofrecían a esta investigación, me encontré un panorama completamente distinto. Pasándoles una batería de test, siempre con resultados favorables y a la que se ofrecieron sin reservas, las personas de ambos sexos que se prestaron a esta investigación mostraban una espontaneidad y falta de prejuicios, una capacidad de empatía y contacto emocional que daban como resultado un cuadro que, en definitiva, era el polo opuesto al que ofrecían los casos de adicción sexual que había observado. Simplemente, se trataba de personas con una capacidad de disfrute sexual mayor de lo normal y que por ello, naturalmente, buscaban el sexo sin obsesiones y como una forma de celebrar la vida. De este tema también trato en mi último libro, narrando, además, el sorprendente caso de una señora de unos 80 años, viuda, que reconocía con toda naturalidad, su necesidad de tener relaciones sexuales placenteras y frecuentes.

Pero referidos a estos casos con fuerte deseo sexual, ¿qué decir de la hipnosis? También aquí me encontré con una gran diferencia. Hasta donde yo pude comprobar, las personas que tienen una libido elevada muestran una gran receptividad al trance hipnótico, y en algún caso, lo que podríamos denominar creatividad hipnótica, como el de un hombre de edad mediana que espontáneamente bajo trance se le ocurrió nuevas estrategias eróticas que podían enriquecer su relación de pareja, y las puso en práctica con éxito.

Asimismo, y para terminar este artículo, quiero precisar que entre las personas con sexoadicción no me encontré a ninguna mujer, si bien fueron pocos casos. Sin embargo, entre quienes se presentaron a la investigación de la libido elevada el número de mujeres era ligeramente superior.

Para quienes lean este artículo, les agradecería cuantas observaciones, críticas, preguntas… me quieran formular.

 

Carlos Ramos Gascón
Psicólogo Clínico
cramospsi@gmail.com
http://www.carlosramos.info/

 

Referencias bibliográficas

  • Las imágenes ideorretinales y su utilización en hipnosis. Ed. SEHCE. Madrid, 1998.
  • Dibujo y escritura bajo hipnosis. Ed. SEHCE. Madrid, 1999.
  • Hipnosis y psicoterapia. Ed. EDAF. Madrid, 2000.
  • Grafología, sexualidad y pareja. Ed. EOS. Madrid, 2006.
  • Sugestiones posthipnóticas y técnicas de deshipnotización. En VVAA: Hipnosis en la Práctica Clínica. Volumen I: Técnicas generales. Ed. EOS Psicología. Madrid, 2012.
  • El caleidoscopio de las relaciones humanas. Ed. EOS. Madrid, 2014.
  • La Técnica de las Imágenes Ideorretinales (TEID®). En VVAA: Hipnosis en la Práctica Clínica. Volumen II: Aplicaciones clínicas. Ed. EOS Psicología. Madrid, 2014.
  • Un psicólogo va al paraíso. Ed. EOS. Madrid, 2016.