Joan Manel López Capdevila: Psicólogo Clínico y Forense

 Ver en formato PDF

Un hipnonauta varado en una playa sin edad observa los reflejos del agua al caer el sol sobre el horizonte.

Siempre me hizo gracia esta expresión, «estás en las nubes». Sé que a menudo esto era un reproche. Una forma de decirme que no me enteraba de nada o bien que estaba en cualquier otro sitio menos donde tenía que estar. ¿Por qué hacerlo? ¿Enterarse y estar donde otros exigen? Tan siquiera la urgencia de comportarse como se dice que es debido, asumiendo al cabo los precios de esa soledad. No enterarse, no estar donde debes estar. Son métodos de rebelión milimétrica, de mínimo desorden contra el orden establecido. Los batallones de los sueños contra los imperios de la lógica y el determinismo. La estrategia de viajar por un punto que condensa la percepción de la realidad y la transforma en ese brillo que desprenden las superficies de las cosas, el resplandor de lo mágico y el misterio por descubrirse, teletransportado, en un ardid de la imaginación, a la otra cara de la luna o a la corona de luz de un mediodía en eclipse. Esas perspectivas de lo existente y su contrario, que no invaden nunca las definiciones y se expanden, en un borbotear constante, por las pulsiones del Universo, por las constelaciones y las estaciones del alma. Viajar sin prisa por todas esas incertidumbres, por los volúmenes que se llenan de vacíos, por los huecos ensamblados de recuerdos del futuro, aceptando cualquier disgregación que temes, cualquier rotura que va esculpiendo los contornos de tu figura, aprendiendo a habitar el aire que respiras o a ser de la misma materia que el devenir del tiempo o sus espacios. Volar, sin más, de una nube a otra, por todo aquello en lo que las palabras se agotan y se construye, de una forma casi siempre invisible e imperceptible, como aleteo de pájaros en medio de la noche, el lugar de tu mente. De una nube a otra, de una nube a otra… y otra.

El hipnonauta vuelve a ese punto exacto del reflejo del agua sobre la playa y escucha, como en un volver de miles de mundos irradiados de luz y de color, de túneles y ríos subterráneos, de años, de montañas azules y las casas blancas, los juegos de su hija en la arena, y sabe, que ésta sí es su patria.

 

 

Joan Manel López Capdevilla (2009), Hipnonauta (I), Hipnológica, 1, 37 (www.hipnologica.org)