Joan Manel López Capdevila: Psicólogo Clínico y Forense

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El hipnonauta escribe melancolía, un recuerdo del futuro, bolas de luz, pájaros del alma que recorren las autopistas de las nubes, enjambres de emociones, collares de miradas y una procesión de largos etcéteras sin respuesta y en escarcha en los crepúsculos de Saturno.

En el sopor de una tarde de verano, bajo la luz descansada de la sombra de los pinos y el rumor adormecedor de un mar salpicado de brillos que cubre maternal y cuidadosamente, con su manto de brisa, la inquietud feroz de la respiración, mi última necesidad de olvido; subo, a través de los puentes de Orfeo, a una lanzadera de la imaginación. Así cruzo, con movimiento seguro y exacto, la materia de las superficies y lo dado, me adentro, suavemente, en lo profundo del mundo sináptico de mi pensamiento. Siento que voy dejando atrás, sin huida ni herida, llenándome de sonrisas, cada esquina, los laberintos, los desiertos, los abismos, las cosechas yermas, las edificaciones en niebla, las ruinas de dolor y miedo, las casas vacías, cualquier desahucio del desencuentro en la que la incomprensión aboca al absurdo o los nudos de confusión son fusilados por vacíos. Puedo ver, relajado, en un núcleo de alas y oxigeno, el rumbo que adquiere la nave nodriza de mi mente, convirtiéndose en el lugar infinito, la fusión iridiscente de todas las perspectivas, dulcemente arbolando lo hallado y por llegar, sus contrarios y dialécticas. Así avanzo completando los círculos, aunando el sinfín de metáforas y dimensiones, acunado sobre elementos geométricos sin aristas e imposibles, entre olas cuánticas de cuanto ha sido, es y podrá ser, en una música de colores y transparencias que es armonía y ternura, poesía matemática de los cielos. Puedo comprender, en todo tiempo y espacio, que es un viaje hacia el origen, en el inicio de mi ser enraizándose con el universo. En las Montañas de la Luna del río de la Consciencia emanan las fuentes de la fuerza que convierte la voluntad en destino. Es así que, en otro sueño dentro del sueño, soy el héroe de una antigua leyenda grabada con fuego, electricidad y sangre por los telémacos de la esencia y consigo salvar cada instante, cada anhelo, el amor vencido, la alegría iluminada para empezar de nuevo… suavemente, dulcemente, lentamente, armoniosamente… los trazos, las huellas de esa canción… 5, 4, 3, 2, 1…

El hipnonauta despierta en la realidad de las esferas, en el instante previo a los reflejos y los múltiplos, hace mil años que está aquí, no espera si no que encuentra en lo profundo del aire, en el calor que mece y extiende el pulso de sus venas, en los manantiales de la vida. Todo está iluminado, es y no es.

Joan Manel López Capdevila (2009) Hipnonauta (II). Hipnológica 2, 17 (www.hipnologica.org)