Isidro Pérez Hidalgo: Psicólogo Clínico. Director de CHC Psicólogos.
Presidente de la Sociedad Hipnológica Científica

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Puede decirse que Oriente y Occidente han evolucionado desde posturas distintas ante la ciencia, y más concretamente ante la medicina. Para Oriente la energía es un concepto fundamental, un paradigma que aplican de forma general en su visión del mundo. Para Occidente, la medicina es mucho más sustancialista, basada más en la química. Hacia el siglo XVIII, la medicina estaba muy en contacto con la botánica y las sustancias químicas que se originaban a partir de las diferentes plantas.

Durante siglos, se habían ido desarrollando en Occidente algunos modelos rudimentarios de entendimiento de la relación cuerpo-mente.

Paracelso (1493-1541)

Paracelso (1493-1541), a diferencia de otros autores occidentales, fue probablemente el primero en utilizar imanes como parte de su terapia. Este autor suizo influyó mucho sobre una figura del siglo XVIII, el medico austriaco Franz Mesmer.

Mesmer (1734-1815)

Franz Anton Mesmer (1734-1815) había leído también la obra de Athanasius Kircher (1602-1680), que tenía un profundo interés por el estudio de los imanes.

Kircher (1602-1680)

En 1776, Mesmer presentó su tesis titulada “De la influencia de los planetas sobre el cuerpo humano”, postulando un fluido invisible que rige el movimiento del universo y de los planetas. Considera el papel importante que pudo tener la astrología en el desarrollo de la medicina.

En 1779 publica su obra más conocida, “Memorias sobre el descubrimiento del Magnetismo Animal”, donde desarrolla veintisiete puntos justificando y detallando la existencia de un fluido muy sutil, invisible, que penetra el universo y que constituye la causa real de los fenómenos físicos.

Para Mesmer este fluido es de naturaleza magnética, aunque afirma que puede explicar otras propiedades de la naturaleza.

En la terapia, se trataría de actuar sobre el fluido magnético del paciente para restablecer su salud. Mesmer aclara que el procedimiento llevará al paciente a una crisis curativa, presentando convulsiones y otras reacciones llamativas.

El médico utiliza varillas magnéticas, imposición de manos, pases, agua magnetizada, etcétera. La idea, como había expuesto Mesmer en sus escritos, es que el magnetismo puede ser manejado y trasportado de muchas formas.

El primer caso de Mesmer que alcanzó notoriedad, fue el tratamiento de la joven señorita Oesterlin, que padecía convulsiones, melancolía, fiebres frecuentes y parálisis. El médico austriaco empleó varillas magnetizadas para “equilibrar su magnetismo”, y los resultados fueron muy positivos, en parte como efecto de la personalidad carismática que Mesmer ostentaba.

Cuando estaba empezando a saborear las mieles del éxito, Mesmer sufre un serio revés: un logro impresionante se convierte en un grave problema, cuando está tratando a una pianista ciega, la señorita Von Paradies. Parece ser que la pianista recuperó gran parte de la visión, pero se acusa a Mesmer de seducir a la joven, rompiendo los códigos deontológicos, y el escándalo resultante obliga al magnetizador a que emigre y ubique su residencia en Paris. En poco tiempo, Mesmer conoce un éxito sorprendente, que se convierte en todo un movimiento cultural, social y político. Los tratamientos mesméricos comienzan a ser en grandes grupos, y Paris considera las reuniones curativas como una moda, con ilustres asistentes, como Montesquieu o Lafayette. Los asistentes a sus reuniones describen una escenografía muy efectista: Mesmer aparecía ataviado con una túnica de color lila, en un ambiente de penumbra, y utilizaba diferentes formas de aplicación del magnetismo animal, incluyendo las cubetas con agua magnetizada. Las personas con menos recursos económicos recibían también una atención por parte de Mesmer y sus ayudantes, empleando a veces árboles supuestamente magnetizados para promover su curación, o participando de la influencia de las cubetas. Parece ser que la reina Maria Antonieta se convirtió en una incondicional de la doctrina de Mesmer, y hace que se le asigne un sueldo vitalicio, a pesar de que el rey Luis XVI veía con poco entusiasmo la labor del médico austriaco.

En 1783 Mesmer funda la “Sociedad de la Armonía Universal de Paris”, dedicada a instruir a sus miembros en los tratamientos magnéticos y su filosofía de base, siendo reconocido con el título de Fundador y Presidente Perpetua de todas las Sociedades de la Armonía que puedan establecerse tanto en Francia como en otros lugares.

Su fama creciente, suscitó no pocas reacciones en contra, y en 1784 su doctrina es condenada por dos comisiones de expertos reclutados por la “Sociedad Real de Medicina” y por la Facultad de Medicina de París. En sus conclusiones, el fluido magnético animal no existe y los resultados obtenidos por Mesmer son fruto de la imaginación. A pesar de las condenas del saber oficial, el magnetismo sigue extendiéndose por Europa y América, contando además con el apoyo de las logias masónicas que propagan con rapidez sus principios.

Posteriormente, la Revolución Francesa hizo que Mesmer abandonara París para exiliarse en un pequeño cantón suizo hasta su muerte. La influencia de Mesmer ha sido enorme y se desarrollan tres ramas principales del magnetismo animal:

  1. Los mesmeristas propiamente dichos, que suscriben el punto de vista fisicalista de Mesmer.
  2. Los psicofluidistas, que creen que la voluntad gobierna la acción del magnetismo. La voluntad del magnetizador se une en el proceso terapéutico a la del paciente.
  3. Los espiritualistas que se pueden considerar cercanos a la mística cristiana. Para ellos, los elementos espirituales son más importantes que el fluido magnético. La oración o la invocación de entidades son parte de su trabajo curativo.

Posteriormente surgirán los imaginacionistas que rechazan los conceptos anteriores para resaltar fundamentalmente el papel de la imaginación. Vemos como gradualmente, la idea central de Mesmer se va debilitando.

Esdaile (1808-1859)

En la literatura, autores como Edgar Allan Poe (1809-1849), Arthur Conan Doyle (1859-1930) o Georges du Maurier (1834-1896) mostraron una imagen novelada del magnetismo, que realzó aún más su parte misteriosa.

Elliotson (1741-1868)

Mención especial merecen dos cirujanos del mundo anglosajón: James Esdaile (1808-1859) y John Elliotson (1741-1868) que utilizaron técnicas mesméricas para lograr la anestesia en cientos de intervenciones quirúrgicas. Estas figuras han sido reconocidas en la historia de la hipnosis mucho después, mientras que en su tiempo recibieron un rechazo injusto e irracional por parte de la clase médica, que desacreditó sus trabajos.

Otras figuras destacables del magnetismo fueron:

El Baron Du Potet, (1796-1881), que añadió al mesmerismo matices esotéricos y fue miembro de la Sociedad Teosófica.

Du Potet (1796-1881)

Charles L. Lafontaine (1803-1892), autor que defiende con energía el ideario de Mesmer, aunque disminuye la importancia del sonambulismo en favor del magnetismo, sin el énfasis en la profundidad del trance.

Lafontaine (1803-1892)

Hector Durville (1849-1923), sucedió a Lafontaine, como director del “Journal du Magnetisme). Ocultista convencido, funda una sociedad espiritual iniciática.

Hector Durville (1849-1923)

Henri Durville (1887-1963), hijo de Hector Durville. Distingue magnetismo e hipnosis.

Aunque en 1819 un dentista catalán, el Dr Martorell, extrae una muela utilizando magnetismo en su consulta de París, en España la influencia de las comisiones reales francesas de 1784 retrasa la difusión del magnetismo hasta bien entrado el siglo XIX, aunque ya hacia 1860 se difunde el hipnotismo, como una materia diferenciada.

Henri Durville (1887-1963)

Aunque las figuras más conocidas de la hipnosis en España en el siglo XIX son Abdón Sánchez Herrero y el premio Nobel Santiago Ramón y Cajal, que basan su práctica en la sugestión, el mesmerismo tiene cierta repercusión, discreta, que continua en el siglo XX; así, por ejemplo, en 1957 el Dr V.L. Ferrándiz expone la importancia de las técnicas magnéticas en su obra “Hipnotismo, Magnetismo y Autosugestión”.

Abdón Sánchez-Herrero (1851-1904)

 

Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)

El magnetismo en la actualidad

Ya en el siglo XX, Paul Jagot (1889-1962), continúa siendo partidario del magnetismo animal y considera que la hipnosis tiene una parte esotérica, que incluiría la capacidad de influir a distancia sobre los sujetos.

En la actualidad, Adam Crabtree, después de un estudio exhaustivo del mesmerismo, resalta el inexplicable olvido del magnetismo animal, y al mismo tiempo señala que no tenemos una definición satisfactoria de lo que es la hipnosis, desde la amplia variedad de fenómenos observables; cree que la hipnosis es “solo un tipo de trance” y que el magnetismo tuvo una gran relevancia entre los años de 1766 a 1925. Crabtree también destaca la importancia del llamado “Sueño Magnético”, descubierto por el Marqués de Puysegur, que después se denominó “Trance Sonámbulico”. Considera que este autor establece de forma rudimentaria las bases de la psicoterapia, al dar una orientación más psicológica al estado observado en aquellos pacientes.

Existen también autores que todavía hoy defienden la concepción original del magnetismo y que aplican con ligeras modificaciones la terapéutica de Mesmer:

  • Charly Samson sostiene que se puede combinar el mesmerismo con la sofrología que desarrollo Alfonso Caycedo, y llama a su enfoque “sofromagnetismo”, que para él sería un instrumento de desarrollo personal que tiende a eliminar el miedo, el estrés, las ansiedades y la depresión, y que actúa sobre el desarrollo personal, otorgando carisma e influencia.
  • Marco Paret combina hipnosis, mesmerismo y PNL, y se califica a sí mismo como un redescubridor del magnetismo animal.

Sin embargo, no hay suficientes evidencias científicas para respaldar la eficacia de esta forma de terapia, más allá del placebo, aunque algunos autores quieren ver una similitud con el Reiki; no obstante, el Reiki se considera como un tratamiento espiritual, mientras que el magnetismo sería algo mucho más físico.

¿Cómo se aplicaría el magnetismo?

La mayoría de los autores mesmeristas sostienen que el magnetizador proyecta energía a través de sus manos: la derecha es emisora de la polaridad positiva de la energía, y la izquierda del magnetismo negativo. En algunos casos se usa también el aliento o la mirada.

Los “pases” magnéticos se aplican con las manos abiertas y distendidas, con los dedos ligeramente separados y los brazos en posición recta, sin doblarlos en exceso.

Se aplican diferentes tipos de “pases”:

  • Pases de carga y saturación (lentamente, de arriba abajo, guardando una distancia de unos 3cm con el cuerpo del paciente).
  • Pases de descondensación (son pases rápidos a unos 10cm de la piel).
  • Pases de fijación (con los dedos de la mano en punta y dirigidos al lugar donde se traspasa la energía magnética, casi en contacto con el cuerpo del paciente).
  • Pases de dispersión (se cruzan las manos abiertas en sentido transversal y con movimientos rápidos de izquierda a derecha, y al revés, abriendo y cerrando los puños alternativamente).
  • Pases de contacto (suelen aplicarse con la mano abierta encima del lugar afectado durante varios minutos).

Se supone que ésta y otras maniobras conducen al paciente a diferentes grados de trance:

  1. Estado de credulidad
  2. Estado cataléptico
  3. Estado sonambúlico
  4. Estado letárgico

El proceso de reorientación se hace sacando al sujeto del trance con pases muy rápidos de arriba abajo, a una distancia de 10 o 15 cm. Se puede utilizar el soplo con aliento fresco.

Para todas estas técnicas se requiere la concentración del operador, y que sus manos estén calientes, lo que se supone que se relaciona con la emisión de energía.

El magnetismo en épocas recientes

Autores contemporáneos, como David Saramon, utilizan procedimientos “hipnomagnéticos” en los que se combinan las sugestiones con pases o aliento.

Este último apartado referido a la práctica del magnetismo tiene poca base científica, y sus defensores se apoyan en su propia experiencia. Rara vez son clínicos y sus resultados no están comprobados bajo condiciones exigentes. Aun así, a partir de los años 70 se produce un intento, que dura hasta nuestros días, por estudiar de manera rigurosa los fenómenos considerados mesméricos. El Dr. Bernard Grad (1920-2010) investigó en condiciones de laboratorio al sanador Oskar Estebany, que procedía de Hungría, y que había sido Coronel de Caballería. Estebany tuvo la experiencia de comprobar sus dones curativos en los caballos, y después se dedicó a la sanación, sobre todo mediante imposición de manos. Grad utilizó muestras de ratones para llevar a cabo sus investigaciones sobre el sanador, utilizando una metodología científica con la que obtuvo resultados significativos, que aparentemente demostraban el poder curativo de Estebany.

Dolores Krieger (1920-2019), también elaboró su enfoque denominado “Toque Terapéutico” en colaboración con Dora Kunz (1904-1999), promotora de la teosofía. Ambas promovían una enfermería holística.

A pesar de que ha habido muchos estudios publicados en revistas científicas tanto acerca del Reiki como del Toque Terapéutico, existen importantes controversias sobre la validez metodológica que ha llevado a tales hallazgos.

Conclusión

Después de tantos años el mesmerismo sigue estando ahí, aunque mayoritariamente se piensa que no ha pasado del terreno de las pseudociencias. No obstante, no se puede tildar de charlatanes a los que han intentado de una manera rigurosa verificar los fenómenos que se observan en las terapias basadas en la “energía”, una energía a la que a veces se ha denominado como “Magnetismo Animal”, pero hay otras palabras que han intentado definirla: “Chi”, “Prana”, “Orgón”, “Mana” y un largo etcétera.

Aunque la ciencia tiene todavía bastantes reservas sobre la misma existencia de esta energía, hay que reconocer que, aunque no sea más que un efecto placebo, la contribución a la historia de la medicina y la psicología de figuras como Mesmer, Esdaile o de Puysegur merece ser respetada, porque fueron la “vanguardia ciega” de lo que vino después.

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