Arnoldo Téllez: Profesor de la Facultad de Psicología UANL. Presidente de la Asociación Mexicana de Hipnosis Clínica.
Tenemos que partir de la premisa de que la infancia es la etapa de la vida de mayor vulnerabilidad y por lo tanto requiere de un sistema social (familia), que lo acompañe y proteja por su paso y evolución hacia la independencia y autosuficiencia en la vida adulta.
Experiencias Adversas en la infancia (ACEs)
Actualmente se reconoce que las experiencias traumáticas sufridas en la infancia son los principales factores desencadenantes o de mantenimiento de la ansiedad, depresión, trastornos somatoformes y disociativos, así como de problemas de salud crónica en la edad adulta.
¿Qué son las ACEs?
Las Experiencias Adversas durante la Infancia representan la exposición de un niño(a) a situaciones negativas tales como:
- Abuso físico: Golpes con el puño, nalgadas, cachetadas, puntapiés y golpes con instrumentos como cintos, zapatos, palos, látigos, etc.
- Abuso emocional: Humillaciones públicas o privadas, discriminación respecto a otros niños o hermanos, entre otras. Exclamaciones tales como: “Eres un inútil”, “eres un tonto”, “no debí haberte traído al mundo”, entre otras.
- Abuso sexual: Incluye tocamientos, besos con intención sensual, penetración digital, y/o violación. La prevalencia de abuso sexual en el mundo es alta, por ejemplo, tan solo en México la tasa de violación de niñas y niños es de mil 764 por cada 100 mil, y la de tocamientos no deseados es de 5 mil por cada 100 mil habitantes. Una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños sufre violación antes de cumplir la mayoría de edad (Unicef, s.f.). De esta forma México ocupa el primer lugar en abuso sexual infantil entre los países de la OCED, con 5.4 millones de casos al año. El abuso sexual infantil es un problema grave y complejo en México. Según el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), en 2021, se registraron 12,541 casos de abuso sexual infantil en el país. Otros datos sobre abuso sexual infantil en México muestran que el 75% de los casos de abuso sexual infantil ocurren dentro del hogar de la víctima y el 40% de los agresores son familiares de la víctima, según una encuesta realizada por la organización Save the Children en 2019.
- Negligencia: La negligencia se refiere a la falta de atención y cuidado de los padres o cuidadores hacia el niño. La negligencia puede ser de varios tipos:
- Negligencia Física, que se refiere a falta de provisión de necesidades básicas como alimentación adecuada, vestimenta y ropa adecuada, alojamiento seguro y saludable, higiene personal, falta de supervisión y protección contra peligros físicos.
- Negligencia Emocional, se refiere a la falta de atención y apoyo emocional, no proporcionar un entorno estable y seguro, ignorar o rechazar las necesidades emocionales del niño, no ofrecer orientación y apoyo en momentos de crisis.
- Negligencia Médica, consiste en no proporcionar atención médica adecuada cuando el niño está enfermo o herido, no administrar medicamentos según las indicaciones médicas, y no realizar chequeos médicos regulares.
- Negligencia Educativa, incluye el no proporcionar acceso a la educación adecuada, ni apoyar el desarrollo cognitivo y académico del niño, ni fomentar la curiosidad y el interés por el aprendizaje.
- Violencia doméstica se refiere a cuando un niño presencia cualquier acto de violencia, fuerza o amenaza que se ejerce sobre un miembro de la familia o del hogar. Esto incluye no solo el maltrato físico, sino también el emocional, psicológico y sexual. Esta violencia puede manifestarse en relaciones de pareja, entre familiares o en cualquier contexto donde exista una convivencia y puede clasificarse en varios tipos:
- Violencia Física la cual se refiere al uso de la fuerza física que causa daño corporal a la víctima;
- Violencia Psicológica: Se refiere a cualquier acto que cause daño emocional o psicológico, como el control, la manipulación, las amenazas o el aislamiento;
- Violencia Económica se refiere al control de los recursos económicos de la víctima, privándola de su independencia financiera
- Violencia Verbal, la cual incluye insultos, humillaciones y cualquier tipo de agresión verbal que menoscabe la dignidad de la persona.
- Ausencia de un padre por divorcio o separación.
- Que un miembro de la familia sufra un trastorno mental, encarcelamiento y/o adicciones.
Trauma
La raíz de la palabra «trauma» proviene del idioma griego que significa «herida». El trauma psicológico es la respuesta a un evento profundamente angustiante, abrumador o perturbador que supera la capacidad de una persona para afrontarlo, lo que provoca sentimientos de impotencia, disminuye la autoestima y la capacidad de sentir la gama completa de emociones y experiencias propias del ser humano. El trauma puede provocar una variedad de problemas emocionales, físicos y conductuales duraderos. Estas dificultades se magnifican cuando el trauma ocurre durante la infancia, ya que el niño no ha desarrollado ninguna habilidad de afrontamiento todavía y su pequeño cerebro apenas está en proceso de desarrollo, lo que le permitiría protegerse y procesarlo de una manera más o menos adaptativa, y amortiguar los efectos negativos del evento traumático.
Tipos de trauma
Uno de los primeros intentos por definir el concepto de trauma complejo fue el de Terr (2011), quien diferenció los traumas de tipo I y tipo II.
- Los traumas de tipo I suelen ser eventos únicos que producen síntomas más similares a los del trastorno de estrés postraumático (TEPT).
- Los traumas de tipo II, también llamado “Trauma Complejo” (TC) suelen ser eventos repetidos y prolongados que pueden presentarse con diversos síntomas, como negación, disociación, ira, comportamiento autodestructivo y tristeza persistente.
El trauma complejo se ha definido además como un evento traumático que es repetitivo y ocurre durante un período prolongado de tiempo, y que socava las relaciones de cuidado primario y ocurre en momentos sensibles con respecto al desarrollo del cerebro. Pero ¿cuál es el impacto del TC en comparación con traumas más agudos? Suelen ocurrir problemas en las relaciones emocionales y el apego, desregulación emocional y conductual, déficits cognitivos/atencionales, trastornos disociativos disociación y cambios en la autopercepción.
Prevalencia del TC
La prevalencia trauma complejo puede considerarse de dos maneras. Primero, puede referirse a la frecuencia de exposición a experiencias traumáticas complejas. La exposición a formas repetitivas o múltiples de victimización es común en la infancia. Finkelhor y sus colegas (2005) descubrieron que el 22 % de una muestra representativa a nivel nacional de 2030 niños de entre 2 y 17 años había experimentado cuatro o más formas diferentes de victimización en el último año.
Segundo, puede referirse a la frecuencia de los resultados de trauma complejo en respuesta a dicha exposición. Las investigaciones respaldan una relación dosis-respuesta con la exposición a más tipos de traumas, lo que resulta en una mayor amplitud y complejidad de los síntomas en niños y adultos.
Trastorno traumático del desarrollo
Por su parte Van Der Kolk y un equipo de expertos (Spinazzola et al., 2021) se han referido al TC como trastorno de trauma del desarrollo (TTD), un síndrome propuesto diseñado para describir los resultados asociados con la exposición a un trauma complejo en los niños con eventos traumáticos repetitivos.
Como sabemos, el cerebro se desarrolla de abajo hacia arriba. Las partes inferiores del cerebro son responsables de las funciones dedicadas a garantizar la supervivencia y responder al estrés. Las partes superiores son responsables de las funciones ejecutivas, como comprender lo que se está experimentando o ejercer un juicio moral, por eso muchos niños que sufren eventos traumáticos presentan dificultades de aprendizaje importantes, porque su cerebro está en modo instintivo de supervivencia, lo cual bloquea la activación de las estructuras corticales encargadas del aprendizaje, las cuales, en situaciones de supervivencia no son necesarias.
La cronicidad y gravedad de las consecuencias del TC son mayores cuando: a) La exposición al trauma tiene un inicio a una edad más temprana, b) la duración del o los eventos traumáticos es mayor, c) se presentan múltiples tipos de eventos traumáticos (por ejemplo, abuso emocional, sexual y/o físico, abandono) y d) cuando el trauma es de naturaleza interpersonal (por ejemplo, abuso físico) más que de naturaleza no personal (accidentes, desastres naturales, o intervenciones médicas).
Los hallazgos neurobiológicos han mostrado que, tras la exposición a un trauma, se presenta una desregulación neuroendocrina, cambios estructurales en el cerebro en desarrollo, tales como una reducción del volumen del hipocampo, la amígdala y la corteza prefrontal, así como una disminución del tamaño del cuerpo calloso. Además, los sistemas biológicos cambian de un enfoque centrado en el aprendizaje a uno centrado en la supervivencia. También es muy importante señalar que la organización y la activación cerebral se centran en las estructuras que promueven respuestas rápidas y autónomas para evitar daños y regular la excitación (por ejemplo, tronco encefálico, mesencéfalo, amígdala), en lugar de en las estructuras del aprendizaje complejo y la adaptación a largo plazo (por ejemplo, corteza prefrontal medial y dorsolateral) (Campbell, 2022).
Las consecuencias en la salud física y emocional
Los eventos traumáticos en la infancia pueden tener efectos significativos y duraderos en la conducta y la salud física de un individuo. Algunos de los efectos más comunes incluyen:
- Efectos psicológicos:
Problemas de aprendizaje y comportamiento: Los niños que experimentan eventos traumáticos suelen tener dificultades en el aprendizaje y el comportamiento, lo que puede afectar su rendimiento académico y sus relaciones sociales.
Ansiedad y depresión: Los eventos traumáticos pueden llevar a la ansiedad y la depresión en la infancia y la edad adulta.
Conductas de riesgo: Los niños que experimentan eventos traumáticos pueden ser más propensos a participar en conductas de riesgo, como el abuso de sustancias o la conducta agresiva.
Dificultades en la regulación emocional: Los eventos traumáticos pueden afectar la capacidad de un niño para regular sus emociones de manera saludable.
- Efectos en la Salud Física:
Dolores de cabeza y estómago: Los eventos traumáticos pueden llevar a dolores de cabeza y estómago recurrentes sin causa aparente.
Problemas de sueño: Los niños que experimentan eventos traumáticos pueden tener dificultades para dormir o pueden experimentar pesadillas recurrentes.
Fatiga extrema: Los eventos traumáticos pueden llevar a la fatiga extrema sin causa aparente.
Problemas de salud mental: Los eventos traumáticos pueden aumentar el riesgo de desarrollar problemas de salud mental, como el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Consecuencias a Largo Plazo
Dificultades en las relaciones: Los eventos traumáticos en la infancia pueden afectar la capacidad de un individuo para establecer relaciones saludables en la edad adulta.
Autoestima baja: Los eventos traumáticos pueden llevar a una autoestima baja y una autoimagen negativa.
Problemas de salud física y mental: Los eventos traumáticos pueden aumentar el riesgo de desarrollar problemas de salud física y mental en la edad adulta.
Los problemas de salud psicológica: La depresión, intentos suicidas, la ansiedad, baja autoestima y las conductas de riesgo sexual y los consecuentes contagios de infecciones de transmisión sexual (ITS) son los problemas psicológicos y de conducta más frecuentes en los pacientes adultos que sufrieron ACEs.
Los problemas de salud física más comunes son los siguientes: Farmacodependencia, enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer.
- Diabetes: El abuso físico y sexual en la infancia y adolescencia se ha asociado con un incremento en el riesgo de padecer diabetes tipo II. Por ejemplo, el abuso físico moderado y severo se asocia a un riesgo de un 26% a 54% de padecer diabetes en la adultez, el tocamiento sexual forzado se asoció con un 16% de riesgo, la actividad sexual forzada se asoció a un 34% de riesgo si ocurrió solo una vez, y el riesgo se incrementó a un 69% cuando el abuso ocurrió repetidamente.
- Cáncer: Un grupo de investigadores chinos liderados por Hu (2021) a través de un metaanálisis encontraron que los adultos que reportaron sufrir abuso sexual en la infancia tuvieron 26% más posibilidades de padecer cáncer en la edad adulta que aquellos que no sufrieron ese tipo abuso. Sin embargo, otros eventos adversos en la infancia tales como el abuso físico (26%), así como abuso y negligencia emocional (23%) también se asocian a una mayor probabilidad de padecer cáncer en la edad adulta (Hughes et al., 2017).
Los ACEs y “los niños heridos”
Los egos patológicos (o niños heridos) se desarrollan ante eventos traumáticos durante la infancia cuando el individuo está desempoderado y dependiente de los cuidadores (Bowlby, 1985) y su neuroplasticidad está en su punto máximo. Estos niños heridos permanecen inactivos hasta que un suceso en el medio ambiente social relevante o congruente al Ego mencionado lo active nuevamente produciendo los síntomas de la depresión, ansiedad y/o malestares psicosomáticos.
¿Cómo podemos usar la hipnosis para ayudar al adulto con secuelas de ACEs?
La hipnosis se ha definido como un estado de conciencia que implica un foco concentrado de atención y una reducida conciencia periférica caracterizada por una capacidad incrementada para responder a sugestiones y la hipnoterapia como «el uso de la hipnosis en el tratamiento de asuntos o trastornos médicos o psicológico» (Elkins et al., 2015). Este estado de conciencia resulta muy adecuado para que los procesos cognitivos y de imaginación puedan servir de puente entre la brecha mente-cuerpo, de forma que se puedan facilitar los procesos de sanación emocional y física.
Estrategias terapéuticas e hipnoterapéuticas para sanar el niño herido
Lo primero que hay que establecer es mucho rapport con el paciente que ha sufrido de ACEs. Es muy importante tener en mente, que lleva en el interior un niño(a) el cual ha sido víctima de algún tipo de abuso o evento traumático, por lo tanto, el paciente necesita sentir el apoyo y la empatía del terapeuta, de forma que pueda sentirse seguro(a) en el acompañamiento terapéutico. En mi caso particular, no suelo iniciar ninguna intervención hipnoterapéutica hasta que sienta que el paciente ya confía en mí y en mis habilidades profesionales. Una vez establecido un buen rapport, se puede iniciar la intervención. Las técnicas ideomotoras son óptimas para iniciar a explorar las memorias traumáticas que hayan sido codificadas en el sistema sensoriomotor. Hay que recordar que la primera inteligencia de acuerdo con Piaget es la sensoriomotora, es decir, el niño codifica y procesa la información y el conocimiento con sensaciones y movimientos, así que muchas memorias de esta edad están codificadas de esta manera. Recomiendo usar la técnica de directiva implicada con movimiento de las manos desarrollada por el Dr. Ernest Rossi (1993), la cual es una forma estructurada de accesar a la información inconsciente y de ayudar a la reestructuración y sanación de éstas. A continuación, daremos una descripción detallada de la técnica:
La directiva implicada se compone de 3 segmentos: 1) Una introducción con vínculo de tiempo o con una condicional (por ejemplo, “sí”, “cuando”, “ahora”, “tan pronto como”, “en el momento que”), 2) una sugestión implicada para una respuesta inconsciente (por ejemplo, “entrar en trance”, “recuperar una memoria”, entre otras) y 3) una respuesta conductual que indica el momento en que la directiva implicada está siendo llevada a cabo (por ejemplo, “tus manos se juntarán”, “tus ojos se cerrarán”, entre otras) (Rossi y Cheek, 1988).
Se le pide al paciente que coloque las palmas de las manos a una distancia de 10 centímetros una de otra, que fije su vista en un punto que ella misma escoja, ya sea de su mano derecha o izquierda. Se le pide que no mueva sus manos ni su mirada del punto que ella misma escogió. A continuación, se le dice: “Ahora ya no muevas tus manos ni tu vista de ese punto, ahora ya no voy a hablar contigo, sino con tu mente subconsciente”. Posteriormente se le ofrecen una serie de directivas implicadas:
1 | Cuando estés listo(a) para empezar el ejercicio puedes respirar profundamente. |
2 | Primera directiva implicada:
“Sí Tu mente inconsciente quiere que entres en trance tus manos se juntarán por si solas como si fueran dos grandes imanes”. (Cuando las manos ya se junten, entonces se pasa a la segunda directiva) |
3 | Segunda directiva implicada:
“Si tu mente inconsciente quiere que revises a fondo ese problema que quieres revisar entonces una de tus manos bajará por si sola hacia tus piernas, mientras la otra permanece en su sitio”. (Después de que una de las manos ya bajó completamente, se pasa a la siguiente directiva) |
4 | Ahora, sí
“tu mente inconsciente quiere ayudarte a resolver eso que quieres resolver en una primera fase o en forma definitiva usando todos sus recursos internos entonces la otra mano empezará a bajar por sí sola”. |
5 | Ratificación del logro terapéutico
“Si tu mente inconsciente piensa que ya lograste resolver en una primera fase o en forma definitiva eso que quiere resolver Entonces Respirarás profundamente para avisarme”. |
6 | Consolidación de logros
“Ahora tu mente inconsciente…” Se puede tomar un largo minuto para consolidar y reforzar esos logros obtenidos (se espera un minuto). |
7 | “Cuando tu mente inconsciente haya ya terminado exitosamente este proceso entonces tú podrás abrir los ojos y estar completamente alerta y relajado”. |
Recientemente, en un curso-taller que impartí sobre «Eventos traumáticos en la infancia», una de las participantes mencionó que no recordaba nada de los 0 a los 9 años de edad, lo que es una posible evidencia de una amnesia disociativa causada por eventos traumáticos en la infancia. Después de la aplicación del ejercicio anteriormente mencionado, me comentó: “Doctor, recordé algo en mi infancia y la posible causa de mi olvido, el abandono de mi padre cuando era niña”.
Terapia de estados del ego
La terapia de los estados del ego es una teoría polipsíquica desarrollada por el matrimonio de John y Helen Watkins (1997), la cual resulta muy efectiva para la localización y sanación de Estados del Ego (niños internos). Se recomienda empezar con la técnica de la “Las tres cartas” pidiéndole a la persona que cierre sus ojos y después se le dice: “Vamos a escribirle una carta a alguien, a un niño(a) pequeño(a), a ti mismo(a) del pasado más pequeño quizá de cuatro, seis, u ochos años, no lo sé, deja que tu mente subconsciente lo elija, tú no harás nada, un(a) niño(a) pequeño(a) que necesita que tú le hables, que le digas algo que necesita de ti como adulto, ok, cuando la imagen de ese niño(a) aparezca, observa qué expresión tiene y la edad aproximada, y abrirás tus ojos”. Cuando el paciente abre sus ojos se le pide que escriba la primera carta, diciéndole lo siguiente: “Toma estas hojas y esta pluma, y escríbele a ese niño(a). Va a ser una carta con el corazón en la mano. Escribe lo que tú sientas y creas que ese niño(a) necesita escuchar de ti. Escríbele a ese niño(a) lo que venga espontáneamente a ti o intuitivamente sabes que necesitas decirle, conecta tu mano al corazón y no a tu mente consciente; puedes empezar”.
Cuando el paciente termina de escribir la carta se le pregunta: “¿Cómo te sentiste al escribir la carta?, ¿alguna emoción?, ¿alguna sensación en tu cuerpo?”.
Partiremos del supuesto de que las emociones y sensaciones reportadas por el paciente son las que ese niño(a) interno siente.
Posteriormente se le pide al paciente que lea la carta en voz alta. Se le pide nuevamente que describa sus sensaciones y emociones que tuvo durante o después de la lectura de la carta. Es frecuente que el paciente experimente emociones diferentes en la lectura en voz alta.
Después, se le dice al paciente: “Vamos a hacer un ejercicio de imaginación, ¿qué tan bueno eres para imaginar cosas?” (realmente no importa la respuesta, solo es una preparación para activar los mecanismos cerebrales de imaginación. Si el paciente dice que no es bueno para imaginar, se le dice “yo creo o intuyo que tienes una buena capacidad oculta para imaginar, pero en un momento más lo podremos comprobar”). “Quiero que imagines, solo por un momento, que ese(a) niño(a) interno(a) ya leyó la carta y ya te escuchó. Tan solo imagínalo. Ahora, quiero que mentalmente te hagas a un lado y permite que ese niño(a) interno(a) conteste esa carta. Que ese niño(a) interno(a) le escriba al yo actual, al ti mismo de este momento. Adelante. Permite que ese niño(a) escriba”.
Cuando el paciente termine de escribir la carta, se le pregunta: “¿Cómo te sentiste?, ¿qué sensaciones y emociones sentiste con esa carta?”.
“Ahora, ¿me la puedes leer en voz alta?”.
Cuando termine de leer, preguntar: “¿Cómo te sentiste?, ¿qué sensaciones y emociones sentiste al leer esa carta?”.
Posteriormente se le dice: “Ahora, te voy a pedir que le contestes a esa carta que escribió tu niño(a) interno(a). Y con eso vamos a concluir. Contéstale esa carta, expláyate con tu niño(a) interno(a). Adelante”.
También se pregunta por las sensaciones y emociones al escribirla y al leerla en voz alta.
Una vez terminadas, se le pide al paciente que lea las tres cartas de forma consecutiva, en voz alta. Se le pide que reporte sus emociones y sensaciones.
Por último, se le pide al paciente que se lleve las tres cartas y que escoja una persona de mucha confianza a quién se le puedan leer esas cartas. Es importante pedir el nombre de la persona de confianza a quienes les va a leer las cartas, para afianzar el compromiso terapéutico.
Al finalizar este ejercicio, en la misma sesión o en la siguiente, se realiza un ejercicio de silla vacía hipnótica, para expresarle todo lo que se le escribió, y que el niño(a) interno tenga la oportunidad de expresar en voz alta al yo adulto lo que escribió.
Veamos un ejemplo:
Hola, me gustaría saber tu nombre, me intriga saber cómo luces, que haces aquí, ¿Por qué estás tan triste? No estoy molesta contigo, si es lo que tú crees, yo difícilmente me molesto.
Con cariño,
Deborah
Después le pedí que imaginara, solo por un momento, como si ella fuera esa niña pequeña, que tan solo imaginara que esa niña ya había leído esa carta, y que ahora permitiera que le contestara esa carta a la yo adulta. Escribió lo siguiente, pero con una letra muy diferente:
Hola, me llamo Sofía, soy una niña y mi cabello es corto. Tengo manos muy pequeñas y estoy flaquita. Estoy triste porque se fue mi papá, y nos dejó solas. Quiero salir a llorar y que me escuchen. Ya estoy harta de que no me quieran.
Sofía
Es poco usual que un paciente identifique a un estado del ego, que no sea ella misma, es decir no una “Deborah chiquita”, sino otra niña llamada “Sofía”. Sofía es el estado del ego que se formó a partir del evento traumático de su padre, una Sofía de ocho años que se siente no amada y abandonada. La cual emergió o se hizo ejecutivo cuando ocurrió un evento que le hizo percibirse no amada o abandonada por una figura masculina. Finalmente le pedimos que leyera la carta en voz alta, y le contestara a esa Sofía de ocho años.
Sofía:
Hay mucha gente que te quiere, entre estas personas estoy yo. Mi papá también se fue y sufrí mucho. Pero luego me di cuenta de que tenía a mi mamá, a mi hermana Vale y a mí misma. No te atormentes porque una sola persona no te quiere y fíjate cuánto me preocupas a mí.
Deborah
Al final de la sesión mencionó “Siento como si me hubiera quitado una venda de mis ojos y de alguna manera me vi desnuda por primera vez. Soy o fui esta niña y está bien sentir lo que siento, solo debo encausarlo de forma diferente”. Se le pidió que dibujara su experiencia, y se dibujó a sí misma con la niña interna.
Aunque esta es una de las maneras de iniciar, también podemos utilizar la estrategia de «puenteo corporal», sobre todo en casos donde la sintomatología se manifieste en forma somática. Asimismo, tanto como exploración como medio catártico y de comunicación con introyectos formados, podemos utilizar la “silla vacía hipnótica” para resignificar las figuras importantes y encontrar algunas otras más “nutritivas”.
Es importante mencionar que estrategias de sanación de “niños internos heridos” pueden ayudar, si el terapeuta guía una resignificación del crecimiento de la persona con la que trabajamos, a fortalecer el ego actual del paciente, estrategias como la “alfombra mágica” y técnicas de fortalecimiento del ego se vuelven primordiales al finalizar cada sesión de trabajo con estados del ego. Todas las estrategias mencionadas y otras complementarias se describen para su aplicación en el libro Terapia de los Estados del Ego (Téllez y Valdez, 2024), en el que se abordan tanto estrategias hipnóticas y no hipnóticas, como la teoría que enmarca este tipo de intervención.
Conclusión
La hipótesis de este trabajo es que la depresión, la ansiedad y diferentes trastornos psicosomáticos, en muchos de los casos, son consecuencia de “niños heridos”. En los adultos los niños heridos representan un clúster de percepciones y memorias de determinada edad, que se formaron producto de la experimentación de severos eventos traumáticos. Esos niños internos heridos se hacen ejecutivos en el momento en que el adulto experimenta situaciones parecidas al evento traumático. Por lo tanto, la hipnosis y la terapia de los estados del ego es una alternativa excelente, efectiva y breve para sanar los niños heridos.
La terapia de los estados del ego se puede combinar muy bien con otro tipo de terapias como el EMDR, la hipnosis sugestiva para fortalecer la autoestima y la hipnosis activa-alerta, como una forma de potencializar el efecto terapéutico.
Referencias bibliográficas
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- Terr, L. C. (2011). Working with children to heal interpersonal trauma: The power of play.
- Finkelhor, D., Ormrod, R., Turner, H., & Hamby, S. L. (2005). The victimization of children and youth: a comprehensive, national survey. Child Maltreatment, 10(1), 5–25. https://doi.org/10.1177/1077559504271287
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