Juana María Peláez Pérez: Ph.D. Anesthesia, critical care, and pain therapeutics.

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Cerca del rio había un largo, larguísimo túnel con una pequeña apertura en su entrada. Pero no era un túnel normal y corriente, este túnel era un túnel muy especial, todos los habitantes de la zona conocían la especial y mágica naturaleza del túnel. Era un túnel mágico, aquél que recorría el túnel completo, aquél que llegaba al otro lado del mismo salía transformado en aquello que anhelaba ser. Al atravesar el túnel su magia concedía el deseo de transformarse en lo que se desease ser. Pero no era un recorrido sencillo, decían aquellos que lo habían atravesado, que el recorrido era largo y oscuro. No todos se atrevían a atravesar el recorrido y cumplir así sus deseos. Lo que pudiese suceder dentro del túnel, largo y oscuro, frenaba a muchos que se quedaban fuera mirando la pequeña apertura.

Cerca del río también vivía en una linda casita un niño, llamado Filin. Filin era un niño rubio de grandes ojos negros. Filin era un niño que deseaba ser muy valiente. Filin deseaba ser un valiente como Spider-Man o un atrevido como Super-Man. A sus oídos habían llegado las fantásticas historias del mágico túnel capaz de transformarte en aquello que deseabas ser. Más de una vez se acercaba a la pequeña apertura del túnel, pero como era un niño muy prudente, nunca se atrevía a recorrer el camino que le llevaría al otro lado y le permitiría transformarse en un valiente héroe.

Una tarde decidió adentrarse dentro del túnel. Despacito dio los primeros pasitos y cruzó la pequeña apertura de entrada al mágico túnel. Una vez dentro una tremenda oscuridad inundaba todo, no podía ver el final del túnel, y tampoco podía ver nada a su alrededor. Curioso como estaba, a punto estuvo de dar la vuelta y salir del túnel por donde había entrado, al ver que la luz había disminuido. Pero decidió llegar al otro lado y transformase en un valiente y atrevido héroe, así que corrió y corrió. Corriendo se le haría más rápido el camino y llegaría antes al otro lado. Filin corrió y corrió tan rápido como pudo. Cuando llevaba un rato corriendo aquel túnel mágico, que en lugar de mágico parecía interminable, le pareció escuchar un misterioso ruido que le hizo detenerse. Muy despacito, se detuvo y escuchó con atención, escuchaba un golpe seco y repetitivo. No podía ver nada a su alrededor y ahora estaba lejos de la entrada, pero tampoco veía el final del túnel.

Se acercó hacía el lugar de donde venía el ruido y pudo comprobar que no tenía nada que temer, solo eran gotas de agua cayendo y golpeando el suelo. El eco del túnel las hacía sonar como tambores. Continuó su camino, esta vez más despacio, ya se había acostumbrado a la oscuridad y a los ruidos que el eco del túnel hacían sonar como una fuentecita de agua.

El último trayecto del túnel lo hizo caminando tranquilamente. El camino le hizo conocer sus poderes, supo que muchas veces pensaba que no podía hacer lo que deseaba sin razones para ello.

Finalmente, tras un largo camino, que había comenzado corriendo y con mucha curiosidad, llegó al otro lado tranquilo y feliz de haberlo logrado. Al atravesar la apertura de salida, se sintió valiente, ya que era mucho lo que había aprendido sobre sus poderes. Salió además pensando que debía ser un Superhéroe. Rápidamente se acercó al rio para ver su imagen de Superhéroe reflejada en el agua, pero al asomarse comprobó que seguía siendo un niño, el niño Filin.

Filin no entendía nada, pero entonces se dio cuenta de que podía hacer cosas que antes eran impensables. Se sentía valiente. Al atravesar el túnel se había transformado en un niño valiente, ya no necesitaba ser algo que no era para ser valiente, porque el mismo era valiente.

 

Juana María Peláez Pérez

Ph.D. Anesthesia, critical care, and pain therapeutics. University Diploma in Traditional Chinese Medicine. University Diploma in Medical Hypnosis. Reina Sofía, University Hospital of Córdoba. Spain

 

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