Carlos Ramos Gascón: Psicólogo clínico. carlosramos.info

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Querido lector, muy dulce y amada lectora, no lo dudéis: las rayas de la vida hay que cruzarlas de través. Esto es la esperanza de una cierta felicidad que viene y va, y cogerla renovada constituye el latido de nuestra vida, porque no otra cosa es la creatividad, sino aquello que tiene el agua, con su larga cola, por su verde sala.

Carlos Ramos Gascón: Un psicólogo va al paraíso (1)

Mi amigo y colega, presidente de la Sociedad Hipnológica Científica, Isidro Pérez Hidalgo, me ofrece nuevamente la revista de nuestra Sociedad a fin de que escriba algunas reflexiones en torno a diversos aspectos de la hipnosis clínica, objeto de nuestras investigaciones y quehacer profesional.

“Que sea un artículo innovador, reconsiderando la hipnosis. Aceptaremos tu herejía …”

¿Cómo podría ser de otro modo? Sin embargo, no estoy seguro de acertar plenamente en semejante empresa que me propone nuestro presidente de la Sociedad Hipnológica Científica, pero como cada cual escribe como es, procuraré hacerlo de forma llana y sencilla, exponiendo la, en mi opinión, delicada situación de la hipnosis clínica en los tiempos actuales: No logra salir fuera de su zona de confort de los procesos imaginarios, tiene agotado su discurso, e impide así diseñar un bisturí hipnótico más preciso y de mayor calado.

Tal como lo expuse en este mismo espacio de la Revista Hipnológica, hace unos meses, en mi último artículo, titulado Deconstruyendo la hipnosis (2), mi relación con el tema que nos ocupa ha abarcado prácticamente toda mi vida. Me parece importante tenerlo en cuenta, a fin de no repetirme, en lo posible, y comprender el trasfondo y entre bastidores de una compleja – no es lo mismo “compleja” que “complicada”: hay complejidades afiladas y sencillas – percepción del ámbito hipnótico y sus procesos diferenciales.

Me gustaría creer, pues, que las líneas que siguen llamarían la atención de alguien y podrían ser de cierta utilidad a quienes las lean.

Considero que el hecho de ser yo de naturaleza marcadamente imaginativa y haber tenido que afrontar desde niño fuertes minusvalías, me llevó espontáneamente a intentar superarlas, o compensarlas de alguna forma, a través de los resquicios que pudiera ofrecerme la realidad que me rodeaba, tal como me era dado percibirla, y hacerlo de otro modo. Pienso que fue la raíz de mi temprana atención hacia la hipnosis y otras cuestiones.

Con frecuencia recuerdo la sentencia de Georges Braque:

“Yo no creo en las cosas, sino en las relaciones entre las cosas”.

Sin embargo, -y posiblemente debido a mi forma de percibirlas- esta relación entre las cosas no se me ha presentado tanto como un ejercicio de tender puentes entre ellas como mi inclinación a dar un salto entre una y otra, – salvando y analizando sus grietas y recovecos-, encontrar lo que pudiera haber de diferente entre ellas. Creo que esto ha sido mi mayor motivación y ha venido marcando mi actitud ante la hipnosis y la vida en general.

Cuando, por ejemplo, caminando por el campo me encontraba ante un macizo de rocas, lo que más me llamaba la atención no era el conjunto, ni la forma de cada roca, sino los resquicios o grietas –sus espacios intermedios, y a partir de ahí, gestionarlos de una determinada manera– que yo pudiera encontrar entre ellas y que componían una extraña geografía interior.

Esto, naturalmente, tenía sus variantes y alternativas. Una de mis más intensas lecturas de aquel entonces fue El retorno de los brujos (de J. Pauwels y L. Bergier) (3), obra en la que se incluye el cuento de Borges El Aleph:

“El Aleph es aquella esfera cuyo centro está en todas partes, y su circunferencia en ninguna”.

La lectura de aquel relato de Borges me ayudó a comprender lo anfractuoso que puede ser el ámbito de lo imaginario. Además, siendo finito su actividad, paradójicamente, carece de límites. Y lecturas como esta las combinaba con otras sobre el cultivo de la concentración mental y procesos espirituales meditativos orientales, en los que, entre otros se mencionaba uno especial: Aparte de la mente.

Sintiéndome desarraigado y extranjero en mi propia lengua materna desde los 8 años llamaba, paradójicamente, la atención de quienes me rodeaban por mi facilidad para traducir en palabras mis sensaciones corporales y estados de ánimo. Mi deseo espontáneo, a lo largo de mi vida, ha sido siempre buscar alternativas a la realidad – como reflejo de una disidencia de la vida que se me ha venido ofreciendo – y que con frecuencia he percibido como muy limitadora y agobiante.

Dado este contexto en el que me sentía, pensé que el ámbito de la hipnosis podía brindarme una serie de alternativas, siempre caminando por el filo de la navaja de la Realidad.  En definitiva, ¿de qué Realidad se trataba?  Me negaba a creer que esa entidad tan aplastante que se me venía encima, tal cual, fuera todo lo que había. Creí comprender que, en realidad, la clave estaba en nuestra percepción del mundo: Que realmente, nos convertimos en lo que percibimos, y que una de las vías salvadoras para respirar más libremente está en modular, desde un ángulo crítico, nuestra percepción de las cosas.

O al menos, intentarlo.

Es curiosa la latencia hipnótica, y sus giros, que pueden producir las aristas de la realidad o de sus esquinas. Estoy pensando, en concreto, en Primavera con una esquina rota, o El hombre de la esquina rosada.  En el contexto de la hipnosis, siempre nos queda mucho por aprender.

Pero siempre, instintivamente, he buscado nuevos caminos –resquicios entre las realidades que se me vienen presentando – para salir adelante y poder respirar libremente. Tal como he expresado más arriba, esta ha sido una de las claves de mi actitud ante la hipnosis y mis intentos de buscar alternativas cruzando de través algunos de sus caminos trillados.

Recuerdo también lo que me interpretó una de mis psicoanalistas y que, en efecto, era fiel reflejo de lo que venía experimentando, así como de lo que vendría después:

“Carlos, toda tu vida ha sido una lucha contra el superyó”.

Siendo ella una persona excelente pero no especialmente sagaz, probablemente no tuvo conciencia del alcance de lo que me dijo en aquel momento, aunque se trataba de una realidad tan obvia. En efecto, mi natural rebelde e instinto de supervivencia ha sido uno de los rasgos de mi forma de ser que más me han ayudado para salir adelante.

Vivimos una época histórica y un intenso cambio de paradigma. Considero que la hipnosis clínica debe participar plenamente de ello. Los avances científicos y tecnológicos, y particularmente los que estamos experimentando en el campo de la física cuántica, van cambiando de forma acelerada la percepción de la realidad que nos rodea y de nosotros mismos. En determinados estudios, por ejemplo, se han encontrado interesantes similitudes entre dos de los sistemas más complejos hasta donde los conocemos actualmente: la red neuronal de nuestro cerebro y el Universo del que formamos parte.

Esto nos dejaría abiertos a todo tipo de consideraciones muy estimulantes, pero que podrían tener el riesgo de determinados deslizamientos de contextos, con una fuerte deriva hacia tentaciones herederas de la New Age, con sus ribetes espiritualoides, esotéricos o parapsicológicos. Lo digo porque según me comentan, van menudeando anuncios sobre hipnosis cuántica, hipnosis cuántica regresiva, y temas así. El mundo de la imaginación terapéutica es ingenioso, oportunista, y carece de límites. Toca aquí un ejercicio de desambiguación.

Antes de tocar otros aspectos de la hipnosis, quisiera hacer un inciso sobre el tiempo psicológico, que más concretamente deberíamos denominar tiempo emocional. Se trata de un asunto de notable complejidad que requeriría un desarrollo aparte. Ya Lezama Lima, en su ensayo Reojos al reloj, se refería a “… los juegos implacables de lo temporal…”  (4).  En la actualidad a la gente se la da mucha lata con la imperiosa necesidad de “centrarse en el momento presente”, y he apreciado que en el caso de ciertas personas, sobre todo las de tipo obsesivo, tal exigencia se les convierte en innecesaria fuente de ansiedad. En mi opinión, la exigencia del presente unidimensional y abstracto se les transforma en una estafa emocional. A mi modo de ver, lo emocionalmente sano y operativo requiere un sentimiento flexible del tiempo, percibiendo la realidad emocional del tiempo se manifiesta como un tríptico en el que pasado y futuro se entreveran con suavidad en el presente. Emocionalmente, resultan operativos, “presentes”, los tres, fluctuando rítmicamente unos sobre otros. Creo que estas consideraciones pueden resultar útiles. Para el desarrollo de procesos hipnóticos de distorsión temporal.

Centrándonos de forma concreta en nuestro ámbito natural y objeto del presente artículo, el de la Hipnosis Clínica, encuentro que hay muchísimas investigaciones en este campo – sobre todo procedentes de la enriquecedora influencia de Erickson – de cuyos múltiples desarrollos somos deudores en nuestra práctica clínica.

Y esto, en mi experiencia personal, lo podía apreciar en mi vida diaria.

Por ejemplo, cuando niño, me desconcertaba la capacidad de quienes me rodeaban para decir Sí, cuando querían decir No, y decir No, con aplomo, cuando querían decir Sí. Especialmente entre las mujeres de mi entorno.

¿Solo Sí es Sí? Depende …

Recuerdo mis lecturas de El hombre de febrero (5) –obra que luego se me ocurrió releer al revés- y comprendí que, junto a la maravillosa habilidad de Erickson para manejar la regresión hipnótica, con su cadencia y giros, junto con las estrategias de confusión mental y distorsión temporal, era paralelamente una aguda reflexión sobre las implicaciones emocionales de la afirmación y negación en el contexto de nuestras relaciones humanas.

Es lo que se apunta en este breve diálogo:

Erickson: Ahora bien, ¿recuerda aquel “sí” escrito cuando estaba despierta? ¿Sabe a qué se refería?

Sujeto: No.

Erickson: ¿Le gustaría adivinarlo?

Sujeto: No.

Erickson: ¿Dijo que no?

Sujeto: Sí.

Erickson: Muy bien. ¿He de decirle lo que tenía yo en mente?

Sujeto: Sí. (6)

Ante maestros de la categoría de Erickson no me quedaba otra perspectiva que aprender lo que yo pudiera. Pero al mismo tiempo, dada mi inclinación – debido a experiencias infantiles ya expuestas- a agobiarme cuando me encontraba en un terreno más o menos conocido pero desde el que necesitaba dar con otros espacios que, quizá, no se hubieran transitado, se me ocurrió reflexionar sobre el tempo hipnótico en  su conexión con determinados procesos psicofisiológicos como la respiración.

Lo fundamental, como expuse sistemáticamente en mi primer libro sobre hipnosis (7), consiste en sincronizar las sugestiones que se van formulando con el ritmo respiratorio espontáneo del sujeto, generando una determinada cadencia. De esta forma, el proceso respiratorio funciona como un metrónomo biológico.

A raíz de estas investigaciones, desarrollé posteriormente el concepto de Sugestión respiratoria (SR). Considerando que las defensas psicofisiológicas están, brevemente más debilitadas –como expresión de una pulsación inherente a lo vivo- en la fase de inspiración, la clave de esta técnica consiste en formular de manera sincronizada con ella determinados aspectos del proceso sugestivo, y de una cierta forma –formulaciones simbólicas y metafóricas, giros sintácticos, así como leves variaciones de ritmo y entonación-, para luego irlo desplegando a lo largo de la espiración, y así sucesivamente.

Este proceder lo expongo de forma sistemática en mi libro ya citado, Hipnosis y Psicoterapia con múltiples ejemplos (8).

Por curioso que pudiera parecer, ningún paciente ha parecido darse cuenta de estas maniobras respiratorias. Simplemente, manifiestan en algunos casos, que les he estado hablando de una forma especial y esto les ha producido sueño aún cuando yo no haya formulado sugestiones en este sentido.

El fenómeno generado por este proceder respiratorio hipnótico resultó incluso más llamativo en mi investigación sobre la hipnosis silenciosa (también descrita en el libro ya citado), deslizando -suave y fluidamente- la mirada del operador de abajo-arriba-abajo y vuelta, al compás del ritmo respiratorio espontáneo del sujeto. Todos, sin distinción de sexo, cayeron al cabo de unos minutos en un trance de cierta intensidad. Al final de la sesión silenciosa le pasaba a cada voluntario un cuestionario cuya intención principal era sondear indirectamente si se habían dado cuenta de este proceder respiratorio durante la inducción silenciosa. Ninguno de los participantes, unos 20 sujetos, dio noticia de ello.

Hay que confesar que estas dos estrategias hipnóticas requieren por parte del operador cierto entrenamiento previo, junto a buenos reflejos mentales y capacidad de concentración. Merece la pena una preparación previa porque, según mi experiencia clínica, las sugestiones respiratorias son de especial precisión y eficacia en el contexto de la hipnosis terapéutica. Se trata de una técnica que, llevada de forma flexible y dinámica, capta notablemente la atención de los pacientes, e induciéndoles hasta un trance intenso, incluso en casos que podrían parecer refractarios al principio.

También es verdad que tienen sus limitaciones. Cuando joven, en la época del tardofranquismo, me habría gustado ensayar las Sugestiones Respiratorias (SR) con alguna novia, a ver qué tal, pero en aquel entonces aún no se me había ocurrido la técnica. Ya en la época actual, la he ensayado en diversas ocasiones con mi mujer, siempre con resultado negativo. Debe ser que la fase de inspiración de mi señora es especialmente resistente o tiene alguna otra cualidad que yo no he captado. Lo mismo me ha sucedido con algunos familiares y amigos como, por ejemplo, Isidro Pérez Hidalgo, y tampoco me ha dado resultado. Pero el caso de Isidro es especial – por razones obvias – y sospecho que él sí se dio cuenta de la maniobra y se me enrocó férreamente. Pero no dijo nada.

La moraleja de lo anterior es que para que estas y otras técnicas hipnóticas funcionen realmente suele ser necesaria la adecuada objetividad y distancia emocional que solo puede darse en un contexto profesional terapéutico. Recomiendo encarecidamente a mis colegas que prueben las SR tal como indico, – o cualesquiera otras variantes que se les ocurran – con la seguridad de que encontrarán una herramienta de gran utilidad y calado en el contexto de la terapia mediante hipnosis.

Las menciono, simplemente, como ejemplos de mi esfuerzo por ir más allá de la práctica clásica en el contexto de la hipnosis clínica, en un intento de encontrar nuevos caminos.

No obstante, me daba cuenta de que seguía sintiéndome enjaulado en la dictadura hipnótica de la relajación, del “duérmase profundamente” (con frecuencia entonado con voz cavernosa) y, especialmente, de la constelación de metáforas y películas mentales que siempre he experimentado como mi ámbito natural. Sin embargo, sintiendo cada vez más insatisfacción en mi práctica clínica, con frecuencia recordaba la divertida y aguda afirmación de Woody Allen:

“Esto del advenimiento del Mesías no es nada comparado con la cartelera de Broadway”.

Expresado de otra forma, empecé a sentirme agobiado en mi propio contexto natural, a pesar de que siempre ha estado poblado por el mundo de las metáforas, la literatura y de las películas mentales, llevado por una viva imaginación. Además, habiendo trabajado desde hace mucho tiempo en este mismo ámbito profesionales tan brillantes y capacitados, ¿qué más podía aportar yo?

Necesitaba salir de este contexto y encontrar caminos alternativos a la clásica imaginería mental, alguna realidad completamente otra que me brindara un nuevo espacio en el que poder respirar libremente. Y me preguntaba –lo deseaba fervientemente- si ese nuevo enfoque podría proporcionarme un punto de quiebra del que – desde mi práctica clínica y como técnica de elección – se pudieran beneficiar mis pacientes de alguna manera.

Fue un proceso largo que expuse parcialmente en mi presentación de la Técnica de las Imágenes Ideorretinales (TEID ®) (9) y asimismo en mi anterior artículo Deconstruyendo la hipnosis (10), ya citado.

El TEID ® podía constituir uno de los caminos que estaba buscando, como alternativa al enfoque imaginativo clásico de la hipnosis.

En los inicios de esta técnica, aparte de mi propia experiencia personal, cerrando simplemente los ojos, me llamó la atención lo que expresó acertadamente uno de los sujetos que se ofrecieron a la investigación: “Veo el universo estrellado”.

Como ya expuse en el artículo citado Deconstruyendo la hipnosis, recordé que el color azul no existía para los griegos de los tiempos de Homero. Homero concretamente, poetizaba sobre el cielo color bronce o el mar color vino oscuro. No conocía el azul.

Y respecto del firmamento estrellado, ¿cómo no lo habíamos visto antes si lo hemos tenido delante todo el tiempo? Me costaba creer que nadie hubiera caído en la cuenta de ello con anterioridad. Quizá habría que indagar entre los presocráticos.

Pero estas reflexiones vienen a cuento de que es posible que en el campo de la hipnosis tengamos delante otras realidades y no hayamos sido capaces de percibirlas. Lo que carece de nombre no existe.

En su evolución, y tal como expliqué en mi anterior artículo publicado en la presente revista (11), decidí investigar  la técnica del TEID ®, y las variantes que pudiera presentar, así como emplearla en una diversidad de casos que se me presentaron para terapia.

De entrada, deseo aclarar que, dada la completa novedad de esta técnica, la descripción que realicé en el libro antes citado puede resultar más complicada de lo que en realidad es. Por el contrario, su práctica es notablemente sencilla y flexible, e incluso agradable tanto para el terapeuta como para el paciente, con apreciables aplicaciones en la vida diaria.

Respecto de esta investigación, me encontré que alrededor del 10% de los sujetos parecían mostrarse refractarios al TEID ®. No reaccionaban ni decían ver ninguna imagen ideorretinal en particular. Y, sin embargo, estos sujetos tendían a caer en un trance intenso y presentando una completa amnesia posthipnótica. El fenómeno se presentaba sin aparente distinción de sexo, pero correspondiendo siempre a personas de notable rigidez mental y algunos casos de alexitimia.

En la práctica clínica, empleé esta técnica, generalmente con resultados satisfactorios, en diversos casos de ansiedad, fobia social, disfunciones sexuales, y en particular, en dos casos graves, uno de trastorno por estrés postraumático (TEPT) y otro de duelo, siendo exclusivamente tratados mediante el TEID ® (12).

Quiero asimismo subrayar que la técnica del TEID ®, tal como la he venido practicando – y siempre en combinación con el establecimiento posthipnótico de respuestas ideomotoras – suele presentar una notable ventaja respecto de la conocida recomendación en la práctica de la hipnosis clínica clásica de practicar la media hora diaria de relajación hipnótica. Es cierto que el condicionamiento ideomotor puede establecerse igualmente a través del proceso hipnótico habitual. Pero mi experiencia es que estableciéndolo mediante el TEID ® resulta más consistente y eficaz.

La razón de esto podría radicar en que mediante el TEID ® el reflejo ideomotor tiende a establecerse siguiendo la eclosión, casi siempre involuntaria y autónoma, de las imágenes ideorretinales, sin necesidad de recurrir a las consabidas sugestiones de la hipnosis clásica.

El resultado del condicionamiento ideomotor, en el contexto del TEID ®, es que posibilita con notable flexibilidad al paciente para inducir sobre la marcha y a lo largo de su vida diaria – sin mayor consumo de tiempo, esto es: pudiendo moverse, hablar, actuar en general… – un microtrance que le va a resultar mucho más eficiente que la media hora de relajación hipnótica.

Lo anterior es especialmente cierto cuando se trata de entrenar a determinados profesionales que se desenvuelven en situaciones de riesgo –necesitando manejar su estrés sobre la marcha, obviamente – como era una de las circunstancias que concurrían en el caso del TEPT antes mencionado, (caso Manuel J.) (13).

Quisiera hacer un inciso sobre los pacientes, o sujetos de investigación, que son ambidiestros. Ignoro si se han realizado estadísticas e investigaciones al respecto. En los casos que he podido observar en ambos sexos, mis observaciones indican que suelen ser buenos sujetos hipnóticos. Recuerdo, en concreto, a una paciente que, siendo ambidiestra y manuscribiendo con ambas manos con una buena calidad formal, asimismo dibujaba muy bien con ambas manos. Era inteligente, con notable expresividad verbal, y pudo aprovechar la terapia mediante hipnosis de forma creativa. En aquella época, aún no había desarrollado la técnica del TEID ®, y me quedé con el interrogante de cómo esta paciente la habría desarrollado, de haberla conocido. En cualquier caso, suele ser interesante, antes de un tratamiento mediante hipnosis, investigar la lateralidad del paciente que nos viene a consulta, particularmente si presenta ambidextricidad.

Asimismo, – y a fin de terminar de diferenciar la técnica del TEID ® del conjunto propio del campo de la hipnosis clásica en cualquiera de sus variantes – voy a formular las siguientes notas:

-En mi práctica clínica, el TEID ® siempre lo he utilizado en el marco de una terapia de tiempo limitado. Es más, considero que esta técnica es especialmente útil en este marco temporal (queda meridianamente claro cuándo comienza y termina la terapia), dada la estrecha y creativa relación terapéutica a la que da lugar.

-Normalmente, cuando acude a nosotros un paciente en demanda de terapia, no lo hace porque tenga un problema: lo hace porque tiene un problema que no puede controlar. En este sentido, la esencia de la técnica del TEID ® consiste en engarzar la involuntariedad del problema que el paciente trae a terapia con la involuntariedad y autonomía de las imágenes que van aflorando a lo largo del proceso ideorretinal.

-En la práctica del TEID ®, aunque puede conjugarse con otras técnicas propias de la hipnosis clásica, lo habitual es que no se empleen formulaciones metafóricas, siendo el proceso sugestivo muy simple. Por cierto, no se emplean las Sugestiones Respiratorias (SR), ya que las imágenes ideorretinales se muestran, por lo general, independientes del proceso respiratorio.

-Las Imágenes Ideorretinales (II), son de una cualidad completamente distinta a la de las imágenes Mentales (IM) corrientes. Las II con frecuencia tienen un carácter puntillista y de negativo fotográfico que no suelen tener las IM, generalmente policromáticas, aunque las II también pueden presentar variaciones de color, en menor medida. Podríamos expresarlo diciendo que, de alguna forma, las imágenes ideorretinales brotan dando a las mentales lecciones de cristal, con un brillo que les es característico y del que suelen carecer las IM.

-Asimismo, es de la mayor importancia tener en cuenta, como se ha explicado antes, que las II son de naturaleza involuntaria, incontrolable e imprevisible, cosa que raramente sucede en el caso de las IM.

-Puestos a establecer comparaciones entre la hipnosis clásica y el TEID ® la diferencia podría ser similar a la existente entre lo analógico y lo digital.

Por lo demás, conviene insistir que en la práctica del TEID ® el trance suele ser muy absorbente, resultándole al paciente muy fácil y generalmente agradable seguir las sencillas y contadas instrucciones que se le van impartiendo. En realidad, el estado de trance no tiene por qué mencionarse en la práctica del TEID ®, lo cual da cuenta de su autenticidad.

Por último, y más allá de su contexto terapéutico, la experiencia indica que la práctica personal del TEID ® favorece espontáneamente – es decir, sin pretenderlo – el desarrollo de las facultades mentales como la capacidad de concentración, la memoria inmediata y, posiblemente, la neuroplasticidad y la creatividad en general.

En el momento actual, lo que más puede interesar en la investigación del TEID ® es salir fuera de lo que su creador, Carlos Ramos, “…diga, afirme …” Eso da igual ya. Por el contrario, lo importante ahora es indagar desde el punto de vista neurocientífico lo que esta técnica pueda tener de verdad, de autenticidad.

En este sentido, mi amigo y asimismo miembro de la Sociedad Hipnológica Científica, Chema Nieto, me indica en una comunicación personal que: “La resonancia magnética funcional (RMf o fMR en inglés) sería la herramienta ideal –actualmente- para valorar las implicaciones, parecidos y diferencias al utilizar una u otra técnica. Más aún, los estudios de conectividad (entre distintas áreas cerebrales) a partir de los datos de la RMf podrían proporcionar una información realmente valiosa.”

Concretando, sería importante un riguroso estudio comparativo sobre qué ocurre en el cerebro cuando se aplican la hipnosis clásica y la técnica del TEID ®. Esta técnica – a diferencia de la hipnosis clásica- daría unos resultados más concretos y característicos, particular aunque no exclusivamente,  en la zona del giro fusiforme, en la parte inferior del lóbulo temporal. Es la explicación que da el neurocientífico Saül Martínez-Horta, a propósito del fenómeno de las pareidolias (14).

En mi práctica personal del TEID ® a lo largo de este tiempo, he ido desarrollando otras variantes que, honestamente, ignoro si pueden ser de utilidad para otras personas, aunque es mi deseo que así lo fueran.

De la misma forma que he intentado encontrar alternativas a la constelación de las imágenes mentales y sus procesos afines, me he enfrentado con la necesidad de indagar qué otras posibilidades no exploradas puede ofrecer el ámbito de lo ideorretinal.

 Cuando, por ejemplo, al cerrar suavemente los ojos se despliega “el firmamento estrellado” en el ejercitamiento con el TEID ®, – y que en realidad suele ser la pantalla o contexto en el que van aflorando las imágenes ideorretinales (II) con su naturaleza involuntaria -, es fácil constatar que todo esto aparece inmediatamente, en un primer plano. Podemos considerar como unidad subjetiva de medida la distancia que media entre uno mismo y este ámbito ideorretinal.

Si a continuación evocamos el plano de las imágenes mentales (IM) – muy fáciles, por contraste, de generar voluntariamente –, según mi experiencia nos encontraremos que este se sitúa, en nuestra medición subjetiva, tres o cuatro medidas más lejos que el correspondiente al de las Imágenes Ideorretinales (II). Aquí, pues, lo primario es lo más cercano e involuntario o incontrolable.

 En el momento actual, ignoro qué significado, utilidad o alcance puede tener esta distancia entre las II y las IM. Pero siguiendo mi tendencia natural, esta es una de las cuestiones que más me llaman la atención actualmente, más allá de la práctica tradicional y acostumbrada del TEID ®. Es decir, captar lo que pueda haber en el espacio interno – su grieta – entre lo ideorretinal y lo clásica imaginería mental.

Otra práctica que he desarrollado es la de centrar mi atención en el cuadrante ideorretinal superior derecho y plantearme una cuestión, generalmente asociada a la relación Cuerpo – Mente. Por ejemplo, cómo producir espontáneamente un estado de analgesia o alguna forma de activar el metabolismo. En este proceder, la clave está en sincronizar la respuesta ideomotora preestablecida con determinadas manifestaciones del proceso ideorretinal que puedan aflorar espontáneamente.

 En el caso de la producción de analgesia, esta práctica especial e inédita hasta ahora, indica que el TEID ® tiene una moderada eficiencia, al entrelazar la incontrolabilidad del proceso ideorretinal con la naturaleza involuntaria de la experiencia dolorosa y la generación espontánea de analgesia.

En cualquier caso, y para cualquier propósito que queramos utilizar el TEID ® en nuestra práctica particular, siempre conviene tener presente la importancia de sincronizar las imágenes ideorretinales con la previamente entrenada respuesta ideomotora. Esto es clave y puede ser particularmente transformador.

De esta forma podremos activar espontáneamente su efecto – y liberado ya de las imágenes ideorretinales – sobre la marcha y con flexibilidad, en medio de nuestra vida cotidiana. Sin el consumo de tiempo que implica la media hora diaria de relajación hipnótica.

Se trata de cuestiones que quedan abiertas a futuras investigaciones y que pueden tener interesantes aplicaciones terapéuticas, brindando alternativas a la hipnosis clínica clásica, tal como la venimos practicando con su conjunto de técnicas.

Por todo ello, y en este mismo sentido, deseo llamar simplemente  la atención sobre la posibilidad de jugar libre y creativamente con los procesos del TEID ®, incluso considerándolos como un medio de desarrollo personal.

Finalmente, nos salva la creatividad.

Por último, como unas imágenes valen más que mil palabras, a falta de ejemplos directos y reales, pondré una serie de ejemplos teóricos (aunque bastante aproximados) sobre cómo se manifiestan los procesos ideorretinales del TEID ® en la práctica, a fin de que podamos tener una idea lo más concreta posible.

 

Apéndice

Nota

A fin de evitar repeticiones, para una adecuada comprensión de los comentarios que siguen, me remito a lo que expuse en el Cap. 11, con el título: “TEID ®: La Técnica de las Imágenes Ideorretinales”, del libro Hipnosis en la Práctica Clínica. Vol. II: Aplicaciones clínicas. Ed. EOS Psicología. Madrid, 2014.

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IMAGEN 1:

La base es el puntillismo del firmamento estrellado.

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IMAGEN 2:

Fase 1: Firmamento estrellado (1)

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IMAGEN 3:

Fase 1: Firmamento estrellado, color. (2)

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IMAGEN 4:

Fase 2: Firmamento estrellado, variante de color. (3)

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IMAGEN 5:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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IMAGEN 6:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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IMAGEN 7:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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IMAGEN 8:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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IMAGEN 9:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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IMAGEN 10:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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IMAGEN 11:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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IMAGEN 12:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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IMAGEN 13:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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IMAGEN 14:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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IMAGEN 15:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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IMAGEN 16:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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IMAGEN 17:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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IMAGEN 18:

Fase 2: Imágenes Ideorretinales

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En este asunto del TEID ® y, por extensión, en el ámbito ideorretinal, a fin de que se puedan captar con la mayor precisión posible algunos de sus aspectos, y como complemento a lo que ya he expuesto tanto en el presente artículo como en trabajos anteriores, presento estas imágenes -puramente teóricas, pero que nos pueden brindar una idea bastante aproximada de su estilo y estética- que comento a continuación:

– La fase inicial del TEID ®, que experimenta la mayoría de los sujetos con un simple cierre ocular, incluso en una habitación oscura, es la que venimos denominando -conforme a la acertada expresión de un paciente- la fase del firmamento estrellado. En efecto, suele desplegarse en el campo visual interno un velo oscuro con una miríada de puntos brillantes, más o menos uniforme o irregular. (Imágenes 1 y 2).

– En la práctica interna del TEID ® y cultivo del ámbito ideorretinal esta constelación de puntos suele manifestarse con una cualidad cristalina y plateada brillante como sugiere su propia denominación. Sin embargo, también es relativamente frecuente que, sin perder su característico brillo, afloren variaciones de color, incluso bandas cromáticas, si bien la luminosidad de estas puede presentar una mayor variación. (Imágenes 3 y 4).

– Dada la índole de la Técnica de las Imágenes Ideorretinales (TEID ®), es frecuente y natural que a esta fase inicial del firmamento estrellado (Fase 1),  la siga otra en la que van aflorando de forma especial – especial, por su naturaleza espontánea, completamente incontrolable – las propias imágenes ideorretinales (II) (Fase 2).

– Estas imágenes ideorretinales pueden presentar una variabilidad extrema, y siempre son de naturaleza imprevisible y única. En mi experiencia, al menos hasta el momento actual, si se le sugiere a un paciente mediante la hipnosis clásica que se imagine, mientras se va durmiendo profundamente, una playa y el plácido rumor de sus olas, tenderá a imaginarse en cada sesión la misma escena u otra similar. Esto no sucede en la práctica del TEID ®: cada sesión -y sin necesidad de sugestiones de ningún tipo- tiene un carácter irrepetible, siendo raro que aparezca la misma imagen. Puede aparecer el mismo tema – una figura humana o la cabeza de un león, por ejemplo- pero siempre con formas distintas.

– Es muy importante comprender que las imágenes ideorretinales (II), en su manifestación real en la práctica del TEID ®, son de naturaleza móvil, fluctuante y evanescente, nunca de carácter fijo. Siempre aflorando a partir del firmamento estrellado -sobre el que se deslizan, resbalan y giran como si tuvieran una cualidad aceitosa- aparecen y desaparecen o evaporan en poco tiempo, en una sucesión de imágenes más o menos continua. En la sesión del TEID ®, lo habitual es que el paciente active la respuesta ideomotora cada vez que le aflore una imagen ideorretinal de unas características – tema, estructura, dinámica o textura – especiales.

– Por último, hay que notar la variabilidad en cuanto a concreción de las imágenes ideorretinales, pudiendo manifestarse unas de forma bastante difusa (las imágenes 9 a la 14 por ejemplo), y en otras ocasiones de manera notablemente más concreta (imágenes 15 a la 18). En ocasiones pueden incluso aflorar escenas completas.

 

Notas

1.Ramos Gascón, C.: Un psicólogo va al paraíso. Ed. EOS. Madrid, 2016.

2.Ramos Gascón, C.: Deconstruyendo la hipnosis. Revista de la Sociedad Hipnológica Científica. Madrid, junio de 2022.

3.Pauwels, L. y Bergier, J.: El retorno de los brujos. Ed. Plaza&Janés, Barcelona, 1970.

4.Lezama Lima, J.: Reojos al reloj. (En: Lezama Lima, J.: Algunos tratados en La Habana. Ed. Anagrama, Barcelona, 1971).

5.Erickson, M. H. y Rossi, E. L.: El Hombre de Febrero. Amorrortu editores, Buenos Aires, 2008.

6.Erickson, M. H. y Rossi, E. L.: Op. Cit., pág. 47.

7.Ramos Gascón, C.: Hipnosis y Psicoterapia. EDAF, Madrid, 2000.

8.Ramos Gascón, C.: Hipnosis y Psicoterapia. Op. Cit.

9.Ramos Gascón, C.: La Técnica de las Imágenes Ideorretinales (TEID ®). En VVAA: Hipnosis en la Práctica Clínica. Volumen II: Aplicaciones clínicas. Ed. EOS Psicología. Madrid, 2014.

10.Ramos Gascón, C.: Deconstruyendo la hipnosis. Op. Cit.

11.Ramos Gascón, C.: Deconstruyendo la hipnosis. Op. Cit.

12.Ramos Gascón, C.: Un psicólogo va al paraíso. Op. Cit. (En el Cap. 5: La psicoterapia: Un largo proyecto de mar. Págs. 57 ss).

13.Ramos Gascón, C.: Un psicólogo va al paraíso. Op. Cit. Págs. 57 ss).

14.Entrevista a Saül Martínez-Horta, neuropsicólogo. En El Periódico. Barcelona, 11 de diciembre de 2022.

 

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