Marisa Ladiñán: Psicóloga
Magali Vargas: Licenciada en Educación. Especialista en Educación infantil. Experta en hipnosis

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Chronos devorando a su Hijo

En la ciudad había un relojero Que era muy preciso Fabricando la maquinaria

Tenía una Lupa
Que había heredado
De sus antepasados

Y con ella,
Era capaz de encontrar Los más mínimos errores Del engranaje

Se jactaba de fabricar
Los mejores relojes del mundo
Por su precisión
Por su sincronicidad Por su periodicidad Por su uniformidad

Pero el relojero
Tenía muy mal carácter
Y siempre estaba atribulado
Buscando el fallo
En sus obras
Y en las de los demás

Alguna vez
Hubo aprendices en su taller
Y fueron adiestrados Para detectar el fallo Y la asincronía
Y la multiplexidad
Con su Lupa Infalible
Y lo hacía con dedicación
Plena,
A pesar de sus propios atributos
Falibles

Pero los relojes que fabricaban
Eran aburridos
Eran tristes
Les faltaba música y alegría
Ya que sus relojes eran todos
¡¡ Iguales !!
Como si hubieran sido
Fabricados en serie

Algunos intentaron contarle
Que había otra forma de hacer relojes
Pero no escuchó
Y se encolerizaba Al oír que alguien Osaba
Un método distinto
Al que él había aprendido, Después de Tanto Esfuerzo

Seguía sempiternamente
Construyendo contra Natura
El diapasón de la Vida Terrestre

Y un fortuito día
Y tras uno de sus conocidos
Ataques de ira
¡¡¡ La lupa se rompió !!! Y el relojero se sintió Desesperadamente enfadado

¡¡Ya no podía buscar el fallo!! Ya no podía decirles a otros
¡¡Lo que habían hecho mal!!
(No sabía, todavía, decirles a otros
Lo que habían hecho bien…) Y ya no podía
Construir Relojes Precisos…

Y entonces,
Las Hadas se apiadaron de él
Ya que siempre le habían acompañado
En su amarga andadura
Aunque nunca
Las había escuchado
Ya que estaba envuelto En su aprendida furia Del perfeccionismo Absolutista

Y las Hadas
Le ayudaron a crear un Reloj
¡¡¡¡Bellísimo!!!! Y sin Lupa
Y sin Críticas
Y sin Rabia
Y sin Ira

Y el Relojero,
Atónito por su propia creación
Expuso al mundo
Su Nuevo Trabajo

Y fue recibido con algarabía Por todos los que ya fabricaban Relojes Hermosos

Y fue abrazado por sus Nuevos Hermanos
Felices de rescatar
De la inopia
A semejante aligátor

Y todos juntos Construyeron Un enorme Reloj
¡¡¡¡Inmenso!!!!

Capaz de articular
En sí mismo
La esencia del Devenir
Y de dar
Las Horas
¡¡Pleno de Júbilo!! Sin fallos
Sin culpables
Sin ira
Y sin rencor

 

El Estadio de Fútbol

Magali Vargas

Ahora vamos a hacer un recorrido por la ciudad; primero, tenemos que entrar en el metro. Bajamos las escaleras y con el billete en la mano nos disponemos a atravesar los torniquetes. Una vez dentro, nos dirigimos al andén dos, y empezamos a descender los 20 peldaños que aparecen delante de nosotros, y cuando lleguemos al peldaño veinte nos encontraremos en un profundo y agradable estado de relajación; uno, dos, tres… ¡veinte! Ahora ya en el andén subimos al primer tren que aparece y nos empezamos a deslizar en un viaje rápido y divertido a la vez; a nuestro alrededor se suceden imágenes de colores de anuncios de productos, de personajes anunciados y la velocidad nos hace perder cada vez más los detalles de lo que vemos. Ahora el tren empieza a frenar, las puertas se abren y nos encontramos frente a la estación del estadio de futbol.

Ya en el exterior vemos una gran puerta por la que empezamos a entrar, del bolsillo sacas la entrada que una persona que aprecias te regaló; sólo tú sabes quién es esa persona, la cual encuentras detrás de la puerta y será quien te acompañe por este maravilloso momento dentro del estadio. No hay nadie aún en el campo porque es muy pronto, y por un pasaje subterráneo termináis llegando al campo esplendoroso; el color verde de la hierba llena tus sentidos de tranquilidad, paz, armonía… y el olor que desprende te llena de frescor y de bienestar. Damos una vuelta al campo, y a la cuenta de 10 terminamos esa vuelta y nos situamos en el centro del campo, esa persona especial y tú, uno, dos, tres… ¡diez! A vuestro alrededor, muchos balones de fútbol.

Os situáis uno al frente del otro, y es en este momento en el que tú empezarás a recordar cada cosa que te agobia… cada problema que no puedes solucionar… cada persona con la que tienes un conflicto… todo cuanto te hace sufrir…, como por encanto irás seleccionando con un nombre, uno por uno, los problemas, e imaginariamente los irás metiendo dentro de cada balón. Tu acompañante, esa persona en la que confías, irá cogiendo cada uno de los balones rellenos y con nombre, y desde su posición te dará un gran pase. Tú saldrás a toda carrera, y lo patearás con todas tus fuerzas, consiguiendo que la pelota se desplace tan lejos como tú desees, a la portería… e inclusive fuera del estadio, a un lugar que ni siquiera consigues ver desde tu posición. ¡Prepárate!, ¡allí va! uno…dos… tres…cuatro… cinco…, continúa así todo el tiempo que necesites…

(Dejamos que transcurran unos minutos) Vas terminando con ellos… y con un último balón podrás descansar… ¡ahora!

Los balones, como los problemas, están lejos de ti y tú disfrutas de esa felicidad y esa paz que es vivir sin ellos. No los necesitas cerca de ti todo el tiempo. Sólo cuando debas solucionar algún asunto, recuperarás ese balón el tiempo necesario para trabajar con él, y a continuación, si lo deseas, puedes volver a darle una patada, alejándolo de ti, quizás definitivamente. Recrea este momento en tu mente y vuelve al estadio siempre que lo necesites.

Mientras tanto, disfruta de esta paz, ¡siéntela! ¡te pertenece!

Tranquilamente, empezamos a contar de diez a uno, y a la cuenta de uno podrás abrir los ojos y te sentirás muy bien, con una gran tranquilidad. Ese agradable estado de relajación se prolongará en el tiempo, de tal manera que cuanto más tiempo pase, mejorará tu estado de bienestar.

 

 

Metáforas (II) (2011). Hipnológica, 4:24-26